La Nueva España

La Nueva España

Contenido exclusivo para suscriptores digitales

Escritor

Semáforos en el suelo

Sobre la ocurrencia de poner luces rojas en el suelo para advertir de un peligro vial a los peatones que van distraídos con el móvil

Hace poco, leí que recorriendo la realidad nos recorremos a nosotros mismos. Al parecer, no somos distintos de lo que vemos y todo lo que observamos fuera lo llevamos dentro. No lo había pensado pero me hizo reflexionar. Tenía la sospecha de que algo así debía suceder, por más que me cueste identificarme con algunas realidades que encuentro todos los días; con realidades que aparecen para desmontar nuestro entusiasmo por ser como somos y confirmar que debe ser cierto lo que dice Gerald Crabtree. Este escritor y profesor de genética, dice que hace tiempo que alcanzamos el cénit de nuestra inteligencia y que desde entonces no hemos hecho otra cosa que ir a peor. Recordé lo que dijo, y le di la razón, cuando me enteré de los nuevos semáforos que se instalan en el suelo. Tal vez me tachen de retrógrado pero no entiendo como un avance sino como todo lo contrario, que en varias ciudades de Europa, y en España también, hayan empezado a instalar semáforos cuya particularidad consiste en unas señales luminosas horizontales pegadas en el borde de la acera, con las que se pretende reducir la accidentalidad de los transeúntes que se despistan por ir pendientes de sus teléfonos móviles.

La justificación es que los peatones caminan absortos y no miran los semáforos. La gente va caminando sin dejar de mirar al teléfono y cruza la calle al tuntún, sin percatarse de que puede morir atropellada por un coche o un autobús. Una mala costumbre que se ha generalizado y que ahora intentan paliar, dicen, tirando de ingenio y colocando una banda de luces led de color rojo brillante, en el pavimento para indicar a aquellos que miran hacia su teléfono y, por la postura, también hacia el suelo que tienen delante un semáforo o un paso de peatones.

Por lo visto, nuestros gobernantes están convencidos de que es un síntoma de progreso poner semáforos en el suelo para que no se despiste el rebaño. La idea les entusiasma hasta el punto de que no se han parado a pensar que así contribuyen a que seamos cada día más tontos. Que es lo que somos porque, además de Gerald Crabtree, otros muchos científicos señalan que los genes relacionados con las funciones intelectuales, y también los que tienen que ver con las emociones, han disminuido y se encuentran en proceso de desaparición. Cada vez somos más débiles y tenemos menos inteligencia.

La explicación es sencilla. En el nacimiento de la humanidad, quien no era capaz de afrontar las dificultades de la vida derivaba, casi siempre, en una muerte segura. Ello provocó que solo los más inteligentes fueran los que sobrevivieron. Así se produjo la evolución. Los seres humanos tenían que dar respuesta a las diferentes dificultades que presentaba el entorno y, de esa manera, se vieron obligados a desarrollar su inteligencia si no querían morir.

Insiste Gerald Crabtree en que, dentro de mil años, este tiempo que vivimos quizá se considere "La Edad Estúpida". No me extraña. Si lo piensan un poco, convendrán en que eso de colocar semáforos en el suelo confirma que somos como un rebaño tonto al que hay ponerle un perro para que no embista y se rompa la crisma por ir mirando la pantalla del teléfono móvil. Hemos llegado al extremo de que ya no conservamos, siquiera, ni el instinto primario de supervivencia.

Compartir el artículo

stats