Hoy dos mitos que demuestran que el amor es el motor de la muerte y de la vida, por amor las estaciones, la luz, el tiempo y la dicha. Buscan a Perséfone por todos los pueblos. Nadie sabe nada de su paradero. Tan solo una maga le cuenta a Deméter que raptó a la joven el rey de los muertos, el gran soberano, Plutón, el severo. Deméter la madre baja a los infiernos y quiere llevarse a su hija, pero Plutón no permite. Conversan, disienten, llegan a un acuerdo: La mitad del año, pasado febrero, quedará en el Hades cuidando su reino. Mientras en la tierra, con frío y con hielo Deméter derrama lágrimas de invierno y otoño deshoja bajo sus lamentos.
Y la otra mitad -era así el acuerdo-regresa Koré a su patrio suelo, se va de las sombras y brota el contento. Surge primavera, cantan los jilgueros florecen las flores y blanquea el almendro; y el verano enciende girasoles nuevos y campos y bosques bajo el ancho cielo. Cada mito guarda hermosos secretos y explica el porqué de nuestro universo.
Corría Eurídice contenta por los prados con las ninfas y mientras juega con ellas le pica, en el pie, una víbora. Estaba recién casada con Orfeo, un gran artista, que amansaba hasta a las fieras cuando tañía la lira. Muere la joven tan pronto como la luz de los días y en el feudo de los muertos es con dolor recibida. Desconsolado quedó Orfeo con la noticia y no dudó en descender al reino de Proserpina. Atravesó espesos bosques, cruzó la laguna Estigia y les ruega y les implora el regreso de la dríada: "¡Dejad que vuelva conmigo, o aceptad que yo aquí siga eternamente con ella, pues sin ella muero en vida".
Tañe las cuerdas y canta. Lloran a lágrima viva las almas de los infiernos, y hasta las rocas suspiran. No pueden decir que no ni Plutón ni Proserpina, mas Eurídice se irá si cumplen la ley que dictan: "No debe Orfeo mirar ni echar hacia atrás la vista hasta que alcancen los límites de las tierras de arriba". Marchan los dos muy felices y cuando la tierra avistan Orfeo, desconfiando, vuelve los ojos y grita. Grita porque ve que Eurídice gira en el abismo y gira y la hunde en las tinieblas la muerte definitiva. Jamás la olvida el poeta, porque el amor no se olvida. El amor es para siempre, si es amor del que enraíza.