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María Teresa Domínguez Murias

Excusas y pretextos sobre la sedición

Las concesiones a los separatistas catalanes

En España, nuestro Código Penal prevé entre 10 y 15 años de prisión y la inhabilitación absoluta para las autoridades que incurran en el delito de sedición. El delito de sedición está recogido en los artículos del 544 al 549 del Código Penal y se considera un delito contra el orden público. La sedición se atribuye a aquellas personas que "se alcen pública y tumultuariamente para impedir, por la fuerza o fuera de las vías legales, la aplicación de las leyes o a cualquier autoridad, corporación oficial o funcionario público".

En Cataluña se promovió hace tres años un referéndum de independencia de essa comunidad autónoma respecto a España. La famosa "Sentencia del Procés" condenó a varios políticos catalanes por un delito de sedición. Los independentistas catalanes que organizaron el referéndum incurrieron en este delito porque desobedecieron las órdenes de las autoridades judiciales que habían prohibido ese referéndum.

¿Qué pasaría ahora si se reforma el Código Penal y se rebajase la pena como piden los separatistas catalanes? Cómo norma general, la ley aplicable ha de ser la que está vigente en el momento de la comisión del hecho delictivo, cuando se delinque (artículo 7 del código Penal), pero en el artículo 2.2 del mismo texto prevé la aplicación retroactiva de la norma posterior cuando ésta es más favorable para el condenado, así dice textualmente: "No obstante, tendrán efecto retroactivo aquellas leyes penales que favorezcan al reo, aunque al entrar en vigor hubiera recaído sentencia firme y el sujeto estuviese cumpliendo condena". Por lo tanto, los independentistas catalanes se beneficiarían de ello.

El Tribunal Supremo condenó a los principales lideres independentistas por este delito, por eso es una reforma para y por ellos. Se ha intentado justificar esta medida argumentando que en Europa las penas son menos duras, pero lo cierto es que todo depende de los países que tomemos como referencia, por ejemplo, Alemania, Bélgica, Italia y Portugal tienen penas superiores. A nadie se le escapa que es una concesión a cambio de la aprobación de los Presupuestos Generales del Estado y así perpetuar la agónica situación que tenemos.

Sorprende que en todo lo relativo al "Procés", nos hemos familiarizado a escuchar palabras como indulto, rebajas de pena, privilegios a los presos, pero lo que no hemos oído es ninguna palabra de arrepentimiento por parte del sector separatista; al contrario, las posiciones catalanas distan mucho de suavizarse. Así, el presidente de la Generalitat, Pere Aragonés, aseguraba hace unos días, sin sonrojarse, que existía un pacto con Pedro Sánchez para desterrar el castellano en las escuelas. Recordemos que una sentencia del Tribunal Supremo obliga a que un 25% de las horas lectivas sean en castellano.

Son solo dos apuntes, que refrendan a mi modesta opinión la postura del señor Feijóo para no seguir negociando con el PSOE la reforma del CGPJ, tan necesaria como exigida desde hace meses desde Europa. Bruselas quiere un pacto, al igual que muchos españoles, entre dos partidos de Estado que garanticen el freno separatista y que sirvan para el establecimiento de unos mínimos incuestionables, garantía de estabilidad y progreso.

No se puede pedir a Feijóo que olvide que Sánchez está ayudando a no cumplir las sentencias judiciales, cómplice del intento de deslegitimación del poder judicial, que ve como en unas determinadas zonas de España sus resoluciones son incumplidas sistemáticamente.

Cualquier negociación pasa por respetar al Poder Judicial, por hacer cumplir las Sentencias del Tribunal Supremo, del Tribunal Constitucional y no legitimar los incumplimientos con motivos espurios que nada tienen que ver con el interés general.

Feijóo ha actuado de manera congruente, no puede pactar con Sánchez mientras continúe en su decisión de convertir a España en un cheque en blanco a los independentistas. Es momento de hacer política de Estado entre partidos de Estado. Eso es incompatible con cualquier otra salida que fuese distinta a la escogida por Feijóo.

Los descréditos de Sánchez a Feijóo son habituales en él y no merecen más comentarios No sé si a Feijóo le temblaron las piernas; de ser así, se lo podría perdonar. Me cuesta mucho más perdonar a los que, como Pedro Sánchez se arrodillan frente a los separatistas agravando la deriva de España. Somos testigos desde hace años de las continuas peticiones de los nacionalistas; nunca es suficiente, todo les parece poco, da igual que no se pueda hablar el castellano, da igual que se reforme el Código Penal y los sentenciados y condenados queden libres, será insuficiente.

Cuando el señor Pedro Sánchez con motivo de los 40 años de la victoria de Felipe González dice que pide "cumplir con la Constitución cuando está en la oposición o en el Gobierno", sería aconsejable recordarle que cuando se gobierna se necesita hacer eso: gobernar; y por lo tanto no basta con pedir, se tiene que hacer cumplir la Constitución cuando los ruegos son desoídos, como premisa del principio de igualdad, como garantía de que la ley sea igual para todos.

Ya lo dijo Aristóteles: "El único Estado estable es aquel en que todos los ciudadanos son iguales ante la ley".

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