El Gasómetro

Ciudades y personas

Los nuevos espacios urbanos tras la peatonalización de la plaza de la Merced

Las obras de la plaza de la Merced entran en la fase final. Ya podemos ver la parte más esperada, el entorno de la Iglesia de Sabugo, con sus amplios espacios para los peatones y sus jardineras, pendiente de finalizar el tramo de Marcos del Torniello. Poco a poco la ciudad va ganando espacio para las personas, se va haciendo más humana, después de que en los años sesenta y setenta el desarrollo industrial la llenase de coches y convirtiese las viejas aceras en pasillos angostos y las estrechas calles del centro en embudos generadores de polvo, ruido y emisiones contaminantes de alto riesgo para la salud. Asusta mirar fotos antiguas con calles como la Fruta o la Muralla atascadas de coches.

El avance en la dotación de espacios peatonales en las ciudades supone mejoras medioambientales demostradas científicamente, facilita que podamos caminar con mayor comodidad y seguridad por sus calles y permite sustituir los coches por árboles que dan sombra y ayudan al intercambio de oxígeno. No hay ciudad que no haya ganado calidad de vida con la peatonalización. Ahora que el turismo viene a ser un elemento de desarrollo económico y de generación de orgullo de ciudad, resulta imposible imaginarla como un destino atractivo para el visitante si su centro histórico y comercial está lleno de coches y persisten las angostas aceras en las que resulta difícil caminar y disfrutar del entorno. Los elogiosos comentarios sobre nuestra zona histórica resultarían imposibles con calles como Rivero o Galiana atascadas de vehículos de todo tipo.

Cualquier mañana de paseo por la ciudad podemos encontrarnos, como corresponde a nuestro perfil demográfico, a numerosas personas que caminan ayudándose de un bastón o incluso en una silla de ruedas eléctrica con la que quienes padecen limitaciones de movilidad pueden mantener su capacidad de desplazarse de manera autónoma. Esta realidad obliga a cambiar la fisonomía de la ciudad y a adaptar los pavimentos para facilitar el desplazamiento. Las superficies adoquinadas, las se vuelven deslizantes con la humedad o las cubiertas con losetas pequeñas, son serios obstáculos para la movilidad, cuando no inductores de caídas y lesiones. Por eso me parece un acierto que, en las obras recientes, como las de la Plaza de Abastos, o las de La Merced o Pedro Menéndez, se haya optado por pavimentos que no dificulten la movilidad, además de que su mantenimiento es más sencillo.

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