Ana tenía un negocio en Avilés

Dinamizar la ciudad para que el comercio local siga vivo

Cristina Fernández del Viso

Cristina Fernández del Viso

Ana levantó la persiana de su negocio en Avilés por primera vez a finales de los ochenta. Un local con un dinero invertido conseguido a base de empeño y más de un deambular de oficina en oficina bancaria. Un comercio de proximidad, agradable y de trato cercano, que generó dos puestos de trabajo y un extra de ilusión. Un proyecto de una autónoma, dispuesta a participar en cualquier campaña o iniciativa que dinamizase e incentivase su negocio y el del barrio.

Llegados los años dos mil a Ana le pesa la persiana y le mengua la ilusión a partes iguales. Ana solo podía mantener en plantilla a una de las trabajadoras y todas aquellas propuestas e iniciativas en las que había colaborado con esperanza, no habían prosperado más allá de algún concurso reiterado y pequeñas campañas aburridas. Confió en unas promesas electorales que hablaban de promoción... Las promociones no daban repuesta a las necesidades.

Ana cerró su negocio en el dos mil veintitrés, desmotivada, abatida y sobre todo impotente ante las continuas embestidas, la falta de ayudas, las escasas y mal gestionadas iniciativas, las estrategias repetidas año tras año promovidas por un Ayuntamiento empecinado en aplicar idénticos patrones, idénticos recursos e idénticos esquemas en una sociedad y una ciudad que ya no era las mismas, porque las sociedades y los pueblos están en constante evolución.

Se le atribuye a Einstein la frase: ""Locura es hacer lo mismo una y otra vez esperando obtener resultados". No somos Einstein, pero no es necesario tener la magnitud de su cerebro para entender que repetir de forma insistente las mismas campañas año tras año no genera retorno económico, por el contrario lo que produce es una pérdida de energía, de motivación y de dinero público.

La sociedad se mueve, la ciudad es un organismo cambiante que se ha transformado a lo largo de los años que llevamos padeciendo las mismas políticas desgastadas, rancias e inoperantes. Los pocos proyectos que surgen no se promocionan adecuadamente porque no existe una red de difusión apropiada y eficaz.

Avilés es una ciudad con un número de acontecimientos deportivos, culturales, festivos etcétera, suficientemente importante como para aunar esfuerzos e ideas y trabajar de manera transversal hacia un objetivo común: dinamizar la ciudad. No somos los mismos, hemos cambiado, la tecnología es otra, los recursos también y los ciudadanos usamos otros códigos.

Ya no hay excusas, los tiempos se agotan y no hay indicio alguno de que las cosas vayan a cambiar, no existe actividad que nos haga pensar que algo "se mueve" y la inmovilidad solo trae inoperancia, de eso ya hemos tenido suficiente. El día que el comercio de proximidad muera, ahora "tan solo" agoniza, Avilés se caerá un poco más. Es una muerte anunciada, una llamada casi suplicante de los comerciantes de esta villa, que contemplan impotentes la fuga de venta a otras ciudades, la falta de luz, de ideas y de motivación. Pero ellos se empeñan, ellos si se empeñan, en qué sus negocios sigan vivos y su ciudad despierte de la apatía en que lleva instalada demasiado tiempo, para convertirse en un Avilés vivo y dinámico y atrayente.

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