Opinión | El Gasómetro

La ciudad después del acero

La oportunidad para reimpulsar Avilés y su comarca también desde el territorio de la cultura

Hay que ver cómo ha cambiado la fisonomía de la entrada a la ciudad cuando se llega desde la autopista «Y» o desde Gijón por la vieja carretera de Tabaza. La silueta festoneada de hornos altos y gasómetros ha quedado reducida a un cilindro que emerge en la llanura, el Gasómetro indultado, único vestigio de un pasado que ya no es, y ya veremos en el futuro.

Si entramos en la ciudad desde Valliniello, al llegar a las cercanías del Puente Azud, a la derecha, entre docenas de estructuras cilíndricas acostadas como una bandeja llena de canelones, emergen los edificios que componen el Centro Internacional Oscar Niemeyer.

Si lo que dicen los discursos oficiales se hace realidad, en unos años el solitario gasómetro estará acompañado de estructuras pertenecientes a las nuevas empresas que se instalen en el espacio liberado de Baterías, alumbrando una nueva vida económica y una nueva fisonomía para la ciudad.

Ojalá el traslado de los canelones destinados a las torres eólicas arrumbados en el entorno del Centro Niemeyer no tenga que esperar tantos años y, más pronto que tarde, se depositen en otro lugar.

Esta misma semana he tenido la oportunidad de realizar una visita guiada al Centro Niemeyer, algo muy recomendable.

Cuando acudimos a alguna actividad en ese centro, sean conciertos, cine o exposiciones, se nos escapan numerosos detalles de la original idea, de la filosofía del centro y de su inteligente construcción. Si ya me parecía un edificio extraordinario, ahora me lo parece más aún.

Esto, unido a la magnífica representación de Carmina Burana hace escasa fechas en Laboral Ciudad de la Cultura, en Gijón, me ha generado una duda. ¿Realmente le estamos sacando todo el rendimiento posible a esta maravilla de equipamiento?

Pero mejor no mirar hacia atrás, no sea que nos quedemos, como dice la leyenda que le sucedió a una mujer en la antigüedad, convertidos en estatuas de sal.

Es momento de mirar hacia adelante, una vez saldada la deuda y con un horizonte presupuestario despejado.

Es momento de ser ambiciosos en la programación y en la búsqueda de nueva financiación externa, como hacen otros centros culturales. Y, de paso, poner los canelones eólicos en otro lado para rodear el centro de un entorno verde abierto al disfrute de mayores y pequeños.

Es tiempo de reimpulsar la ciudad y la comarca, también desde el territorio de la cultura.

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