Opinión | Mente sana

Cuando la imagen física condiciona tu vida

La tiranía de la belleza y sus consecuencias en problemas de ansiedad y cuadros obsesivos

Llegó la primavera y, con ella, los cerezos en flor, los días más largos y, cómo no, las omnipresentes recomendaciones para que prepares tu cuerpo para el próximo verano. Pero es mirarte en el espejo y dispararse el malestar con el que la ansiedad te pone en alerta, pues hay mil cosas que no te gustan en lo que ves.

Por eso me dirijo a ti. A ti, que has tenido que escuchar en tu niñez continuas comparaciones o aguantar humillantes motes por tu físico. A ti, que creciste leyendo la Súper Pop y sus machacones consejos de belleza.

A ti, que recibes cada día en la pantalla de tu móvil imágenes de cuerpos esculpidos a cirugía y cincelados con Photoshop. A ti, que, por no exponerte, quizá has dejado de ir a lugares y de hacer actividades que te resultan gratificantes.

En las últimas décadas, multitud de investigaciones resaltan la correlación positiva entre la insatisfacción corporal y los Trastornos de la Conducta Alimentaria (TCA). También con respecto al Trastorno Dismórfico Corporal (TDC) y a problemas de ansiedad y cuadros obsesivos.

Un reciente estudio de The Lancet Psychiatry pone de manifiesto, precisamente, la estrecha relación entre insatisfacción corporal y depresión en jóvenes, el doble en chicas que en chicos. Advierten, además, de la necesidad de abordar la insatisfacción corporal en la niñez para prevenir la depresión en etapas posteriores.

Después de años de alertar sobre las consecuencias de la "tiranía de la belleza", resulta descorazonador comprobar que afecta cada vez a edades más tempranas. Ahí tenemos, sin ir más lejos, el incremento de la cosmeticorexia en las niñas, obsesionadas con el llamado "skin care", comprando cremas que, ni necesitan, ni les vienen bien.

Es indudable que hay una sobrevaloración de la imagen corporal –aprendida socialmente– que determina dónde colocamos el cuerpo y qué importancia le damos a nivel estético. Por eso, no son pocas las personas que sufren cuando colocan la imagen física en el centro de sus vidas y no en un simple apartado más. Conviene también conocer cómo, tanto las conductas de evitación (dejar de ir a sitios, dejar de ponernos cierta ropa…), como las conductas de chequeo constante del cuerpo, nos acaban llevando a una visión distorsionada del mismo y a una retroalimentación de esa insatisfacción corporal.

Y del cuerpo no podemos huir, tenemos que convivir con él, con sus virtudes y defectos. El objetivo de buscar la aceptación resulta, seguramente, el objetivo más realista, puesto que, no pretende que nos encante todo nuestro cuerpo, sino que, lo que no nos gusta, interfiera lo menos posible en nuestro día a día. Vendrán seguramente pensamientos de desagrado a nuestra mente, pero lo importante es que no gobiernen nuestra vida, lo importante es que nos ayudemos a abordar progresivamente situaciones de exposición, aunque sea con nuestras inseguridades y nuestros miedos.

Eso sí, no olvidemos que la presión social sigue siendo brutal y sigue reforzando los cuerpos perfectos al asociarlos con el éxito y con la satisfacción vital. Nunca en la historia de la humanidad ha habido tan amplio acceso a imágenes de otros cuerpos, nunca tantas comparaciones, tantos comentarios, la mayoría ofensivos, por cierto, algo que daña, tanto a las personas destinatarias de esas ofensas, como, a través de aprendizaje por modelado, a cualquiera que las lea.

No nos quedemos, pues, solamente en las soluciones a nivel individual.

Si no se producen cambios sociales, la presión por la imagen física nos contaminará la salud y la vida.

Y no nos libraremos nadie.

Suscríbete para seguir leyendo