Opinión | La espinera

Carmen nuevo fernández

Claveles rotos

In memóriam de Antonio Mata Huete, un hombre de recitar emotivo y un corazón inmenso

"Claveles rotos" es el título de la última novela de mi querido amigo Antonio Mata Huete periodista y escritor de Toledo fallecido hace apenas unos días. No voy a hablar ahora de la novela, aunque puede que lo haga en otra ocasión.

Y es que ahora, Antonio, solo quiero darte las gracias, una vez más, por tu generosidad, por estar ahí, a pesar de la distancia, pues la diferencia espacial se disipa cuando se habla y se produce el encuentro en el corazón, ese que tú tenías tan inmenso…

Aún recuerdo cuando te conocí precisamente en Toledo, en un encuentro poético en el que coincidimos, y me llamó la atención enseguida aquella forma que tenías de recitar tan emotiva, en la que siempre se te saltaban las lágrimas, porque tu poesía era expresión de la vida, del dolor y la derrota, pero también de ese estar en pie desde la humanidad y la escritura, de lo que tú eras un auténtico ejemplo.

Por desgracia, no siempre se encuentran amigos por los distintos ámbitos por los que transitamos, pero tú eras tan noble y tan incondicional, que no voy a negar que cuando me enteré de tu partida, lloré en silencio leyendo tus poemas y comprendí que aquellas otras lágrimas quizás fuesen también anticipatorias.

Pero los claveles, a pesar de estar rotos florecen, y después sonreí recordando las últimas veces que nos vimos en Madrid en aquella cafetería de la Glorieta de Bilbao, en Malasaña o en tu barrio.

Solías llegar tarde, pero siempre de forma justificada, porque tu vida era vertiginosa como acorde extraviado de jazz. Y apurando el último sorbo te ibas después de mantener esenciales conversaciones, de esas que por desgracia no abundan.

Y allí estuviste en la presentación de "Adán desde tus ojos", porque no solo hiciste el prólogo, sino que nos acompañaste en la presentación, y eso, a pesar de tu estado.

En fin, Antonio, son tantos los recuerdos y podrían haber sido muchos más, pero permíteme que ahora concluya, aludiendo a esta playa de Salinas que tanto echabas en falta, pues eras de interior, te adaptabas a la ciudad y al pueblo, pero siempre ansiabas el mar y adorabas esta playa en la que estuviste en una ocasión y ahora en ella te recuerdo, no solo como escritor, sino como un auténtico ser legendario.

Antonio, hoy los claveles están más rotos que nunca, pero sé que florecerán de nuevo y jamás olvidarán tu nombre. Como tampoco lo olvidará este horizonte.

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