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El Llosalín amplía su plantilla de seguidores

El club de Ribera de Arriba encuentra tras un concurso a Llosi, su mascota

Yara, ganadora del concurso, junto a Elena, jugadora y secretaria del club. En el círculo Llosi, la mascota. LLCF

Un club de fútbol no se limita sólo a entrenar y a jugar cada fin de semana. Es mucho más. Por lo menos para algunas entidades. Y en estas líneas encontrarán un ejemplo. Y es que hay muchos clubes que buscan otros alicientes al margen del deporte del balón. El protagonista aquí es el Llosalín, un club de fútbol femenino que funciona como una "familia" donde "las decisiones las tomamos en consenso, en el vestuario". Lo dice Sandra Fernández Gavela, presidenta del Llosalín, que ha visto evolucionar el club desde sus inicios hace ya más de una década.

La entidad de Ribera de Arriba se caracteriza por ser muy dinámica y siempre está pensando actividades al margen del fútbol para atraer a aficionados. La última: buscar una mascota. Sí, una mascota. Pero, ¿cómo surgio la idea? "Un día estaba pensando qué podíamos hacer y se me ocurrió lanzar un concurso para tener nuestra propia mascota", comenta la dirigente. Y dicho y hecho. La idea se planteó, como es habitual en el Llosalín, en el vestuario, se habló con el Ayuntamiento de Ribera de Arriba y "a todos nos pareció bien, así que creamos las bases", explica.

"Una buena mascota debe representar todo lo que es un equipo. Desde el Llosalín queremos que los niños y niñas sean los creadores de la nuestra y por eso convocamos un concurso para buscarla". Así comenzaban las bases del concurso dirigido a niños de entre 3 y 12 años, que tenían que presentar un dibujo con su mascota. "La idea fue un éxito y recibimos más de 90 dibujos", indica Sandra.

Y al final, después de la votación popular que se hizo durante el partido ante el Navia que el Llosalín jugó en casa, Llosi se convirtió en la mascota del club de Ribera de Arriba.

Su autora, Yara, recibió como premio del concurso un lote de libros y una camiseta del club que recibió durante la fiesta del socio del Llosalín. "Este tipo de iniciativas nos parecen una buena forma para reivindicar el deporte femenino", sostiene la presidenta.

La pregunta en estos momentos es sencilla: ¿Y ahora qué? Sandrá Fernández adelanta los proyectos que tiene en mente el club, aunque son solo unas ideas. Lo que está claro es que "queremos que la mascota tenga recorrido". Convertir a Llosi en peluche o hacer una pancarta para poner en los partidos de competición son algunas de las ideas, aunque no hay nada cerrado. "Vamos a hacer algo, pero todavía no sabemos".

Al margen de esta iniciativa, el Llosalín sigue demostrando su lado solidario. Y es que el pasado año y gracias a un socio del club, material deportivo de la entidad acabó en Tanzania, como ya ocurriera hace otras temporadas cuando el Llosalín envió material deportivo a Costa de Marfil. "No nos cambiamos mucho de equipación, pero siempre que podemos donamos cosas", señala Sandrá.

Deportivamente, el club fundado en el 2000 marcha cuarto a falta de cuatro jornadas para el final de la liga regional. "El balance es muy positivo, nos gusta ganar y competir, pero no es lo más importante", indica la presidenta del club. El Llosalín cuenta con una plantilla de 23 jugadoras, a las que hay que sumar el cuerpo técnico, los colaboradores y aficionados. Entre todos forman la familia del Llosalín. Una familia que desde hace unas semanas tiene un nuevo miembro, Llosi, la mascota, que probablemente veremos la próxima campaña por los campos de Femenino Regional, categoría en la que milita el Llosalín.

La busqueda de una mascota es una muestra más del carácter dinámico de un club, el Llosalín, que intenta reinventarse cada temporada y no quedarse solo en jugar, en competir, en entrenar. Y mucha culpa de este carácter la tienen todas y cada una de las personas que integran la "familia" de Llosalín, que empujan y aportan su granito de arena para que todo siga adelante.

¿El futuro? Está claro, y pasa por mirar hacia adelante intentado dar la oportunidad a las jóvenes jugadoras de practicar el fútbol. "Competimos, sí; pero no es lo más importante en el club, lo es más cada una de las jugadoras", sostiene Sandra Fernández, que tras un periodo de inactividad volverá a entrenar y, quien sabe, a jugar en el equipo de su vida, en el Llosalín, su otra familia, la deportiva.

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