Ceceda (Nava),

Mariola MENÉNDEZ

«Al entrar en el templo pensé: parece una catedral». Así lo confesó el obispo auxiliar de Oviedo, Raúl Berzosa, durante la misa que presidió con motivo de la inauguración de las obras de la iglesia de Ceceda, promovidas por los propios vecinos para frenar su creciente deterioro. Lograron recaudar 70.000 euros a través de donaciones privadas, cantidad que les permitió reparar el techo, retejar, reforzar la armadura de madera, arreglar los canalones y pintar. «Pensábamos que no íbamos a conseguir tanto dinero», reconocían ayer satisfechos los vecinos que encabezaron esta iniciativa.

Berzosa quiso destacar en su homilía la labor y la unión de los escabecheros y la comparó con una de las lecturas, en la que destaca la generosidad de una viuda pobre que da lo poco que posee. «Hoy han sido muchas las personas que habéis contribuído. Lo más importante es que se ha hecho con un poco de todos», indicó. El obispo auxiliar de Oviedo también recordó la importancia del templo para los cristianos a los muchos feligreses que participaron en la misa. Las iglesias son necesarias porque «los cristianos no vivimos y caminamos en solitario», explicó Berzosa, quien añadió que también «necesitamos lugares visibles que demuestren que no somos una religión privada». Por último, apuntó la relevancia de emplazamientos «donde se asegure la presencia de Cristo».

Pero si para los escabecheros el día de ayer fue importante, no lo fue menos para Raúl Berzosa, quien confesó su alegría al cumplir 27 años de sacerdocio, después de que fuera ordenado en Valencia por el papa Juan Pablo II. Tal conmemoración fue recibida por los feligreses con un sonoro y caluroso aplauso. El obispo auxiliar supo corresponderles con creces y dejar constancia de su paso por la localidad naveta. Le hizo entrega al párroco, Diego Riesco, de un rosario con la imagen de la virgen de Covadonga y la cruz de la Victoria para que lo colocara en las manos de la imagen del Carmen, muy venerada en Ceceda. También quiso obsequiar de la misma manera a la sacristana Alicia Díaz y a la mujer responsable de la limpieza del templo, Amparo Caso, además de al antiguo monaguillo, Pedro Muntariol.

El párroco afirmó sentirse contento por el trabajo del pueblo, pero a la vez desbordado. El himno de Covadonga fue el final de una misa que reconoció el esfuerzo común. A continuación, los vecinos se fueron de aperitivo.