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"La Praviana de Madrid", vista y no vista

El público abarrotó ayer noche el auditorio para el estreno y hoy se prevé un lleno similar en la segunda función

Un momento del estreno de "La Praviana de Madrid", ayer, en Pravia. IRMA COLLÍN

Hay crónicas, sobre todo musicales, que pueden dejarse escritas de un año para otro y de una orquesta para otra. Mauro Fernández, crítico taurino, solía escribir su reseña sin asistir a la plaza, a la vista del cartel; una tarde de toros, en Salamanca, fui con él a comer crestas de gallo a Bretó, en Zamora, y allí mismo inventó su reportaje y lo envió al periódico, pero con tan mala suerte que una tormenta local obligó a suspender la corrida; su artículo había sido leído por toda la redacción y el jefe lo puso de patitas en la calle. Dos días después se celebró el susodicho evento y, a su término, el enviado especial llamó por teléfono al director preguntándole si conservaba la crítica de Mauro, que les venía al pelo. La conservaba, y Mauro fue readmitido.

Escribo esto un par de horas antes del estreno de "La praviana de Madrid", una actualización de "La praviana" de Vital Aza. Por mi cuenta y riesgo, a la tosca costurera del original convertí en cocinera experta en redes sociales y en bollinas, reeduqué a su novio, de mano ligera, monté un hostal en el Castro de Doña Palla, planté kiwis, eliminé del reparto un ayudante y dos mozos, algo caros, el puente de Peñaullán, que sobre el Nalón de papel tendió el de Lena, lo levantó mi prosa seis palmos, en previsión del cambio climático, y si nuestro barbudo dramaturgo escribió la comedia en castellano, por resultarle difícil encontrar en el Madrid de 1896 actores que hablasen "bable", yo escribí el texto en asturiano para los tres personajes de Pravia.

Ahora bien, he de confesar que, por recomendación de mi querido Maxi Rodríguez, director de la obra, no asistí a los ensayos y, en consecuencia, ignoro si se adaptó a mi guión y, si lo hizo, tampoco sé en qué medida, de la misma manera que Vital Aza ha de ignorar a estas alturas, lo que hice yo con su libreto. Sea como fuere, la obra fue fiel a mi amor por Pravia, se lidió magníficamente, con ritmo, colorido, los accidentes e incidentes previstos y los equívocos inevitables, y sus ágiles diálogos hicieron las delicias de los espectadores, que abarrotaron la sala de hoy (por ayer) y la de mañana (por hoy).

Al padre Rafael "Falo" Martínez Alcalde, profesor mío en el Loyola, un alumno le dio a leer el artículo titulado "Contra los banquetes", dividido en cuatro partes: 1) Contra aquellos que aceptan banquetes en su honor; 2) Contra los que declinan el honor de los banquetes; 3) Contra los que asisten a los banquetes celebrados en honor de alguien, y 4) Contra quienes no asisten a tales banquetes. Visto lo cual, el padre Falo sugirió titularlo: "Contra el género humano, con motivo de los banquetes". Bien, pues esta crítica mía es algo así, pero todo lo contrario: en favor de Vital Aza y de Pola de Lena, en favor de Maxi Rodríguez, con mi admiración por los Beatriz Canteli (Ramona), Carlos Alba "Cellero" (Xuanín), Javier Arboleya (Antón), Paula Mata (Julia), Nieves Fernández (Purificación), Fernando Marrot (Don Luciano) y Manu Lobo (Ricardo), confío en que hayan actuado todos; mi gratitud a Joaquín Merediz, productor y director de Ververemos, al Ayuntamiento de Pravia, a su alcalde, Antonio de Luis, y a su concejala, Valle Iturrate, y me rindo al público asistente que en la gloria estuvo, si el tiempo no lo impidió.

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