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Siero marca el camino a la abstención

El pacto tácito entre el socialista Ángel García y el forista Martínez Llosa, muy contestado dentro del PSOE, se ha revelado como pilar de la estabilidad municipal

Eduardo Martínez Llosa y Ángel García, en una imagen de archivo. F. TORRE

El Ayuntamiento de Siero marca al PSOE el camino a la abstención. Este consistorio, sumido durante un lustro en una crisis perpetua, marcado por continuas convulsiones y abruptos cambios de gobierno, vive desde hace un año en una calma inesperada, en algo parecido a la estabilidad, si es que algo así es posible en el cuarto concejo. Una situación a la que se ha llegado mediante una alianza impensable hace apenas año y medio: la que mantienen el gobierno socialista que preside Ángel García con el principal partido de la oposición, el Foro Asturias que lidera Eduardo Martínez Llosa. Izquierdas y derechas, socialistas y conservadores, que son capaces de llegar a acuerdos e, incluso, pactar presupuestos. El escenario soñado por muchos, desde ambas trincheras, en la arena nacional.

Aunque hoy la convivencia entre García y Llosa es ejemplar, unos meses antes ambos protagonizaban una de las mayores confrontaciones personales, en el ámbito político, que se recuerda en el concejo. Llosa había alcanzado la alcaldía de Siero en 2012, tras una controvertida moción de censura con la que arrebató el bastón de mando al socialista Guillermo Martínez. Apenas un año después, los tribunales tumbaron la moción, suscrita por cuatro ediles expulsados del PP, pero una inexplicable decisión de la Federación Socialista Asturiana (FSA), que había promocionado a Martínez al cargo de Consejero de Presidencia cuando aún no se había resuelto el proceso judicial, permitió a Llosa retener el poder.

En aquel momento, Ángel García era portavoz del PSOE casi de rebote, toda vez que a Martínez le había seguido a la esfera regional su número dos: Tomasa Arce. Con la agrupación local del partido "mosqueada" con la FSA por su gestión de la crisis y un grupo municipal de circunstancias, García planteó una oposición de "tierra quemada" hacia Foro Asturias. Los casquistas, todo hay que decirlo, habían abonado el terreno con propuestas como la zona azul de Lugones, contestada desde la calle con una docena de manifestaciones.

Mientras trataba de marcar el paso al gobierno con una oposición dura, García preparaba el terreno para lograr un objetivo ambicioso: ser el candidato del PSOE en las elecciones de 2015. Logró el nombramiento tras una primarias en las que se impuso con claridad al edil Gonzalo González. En aquel momento, muchos socialistas consideraban que García, al que Juan José Corrales había apadrinado en su salto a la política y cuya imagen entre los funcionarios estaba muy deteriorada por su gestión como concejal de Hacienda durante el último mandato del propio Corrales, no era un buen candidato. Se equivocaban.

Ángel García ganó las elecciones para el PSOE, y las ganó en su casa: en Lugones. En la localidad más poblada del concejo, los socialistas sacaron más de 2.000 votos a los foristas, una losa demasiado pesada. Pero el triunfo era pírrico: al socialista le tocaría gobernar en un Pleno muy atomizado, con siete ediles de 25.

En sus primeros meses de mandato, García vetó a Foro de los órganos de decisión, especialmente de la Junta de Gobierno, y rehusó debatir con ellos. Pero con el paso de los meses y la constatación de las dificultades para entenderse con otras fuerzas, especialmente con Somos Siero, llevaron a García a explorar otras opciones. Y ahí estaba Foro, que precisaba tocar poder para asegurarse que las obras de su mandato, especialmente el nuevo polideportivo de Pola de Siero, no quedasen en nada.

Primero fue un acuerdo concreto, después una sintonía creciente y finalmente una alianza en toda regla. Si García y Llosa no firmaron un pacto de gobierno oficial fue por el rechazo de la agrupación local, con mucho músculo, y de la FSA, a la que la incómoda alianza de Siero desmontaba el discurso para descabalgar a Foro del Ayuntamiento de Gijón, aquel de "la derecha gobierna en Gijón gracias al apoyo de Podemos".

Pero un año después, es Javier Fernández quien defiende la abstención para dejar gobernar al PP. Y Siero, donde García se ha revelado como el discípulo aventajado de Juan José Corrales, vive una calma que ya parecía imposible de alcanzar. Algo que, definitivamente, se asemeja mucho a la estabilidad.

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