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Hilanderas pravianas de vanguardia

Las encajeras de la villa, herederas de la tradición local, innovan con hilo de oro y plata para hacer creaciones más vistosas y coloridas

De izquierda a derecha, María Morches, Belén Hernández, Mari Flor García, Adelina Menéndez y Rosa García, en plena faena. S. ARIAS

Collares con hilo de oro, anillos y pendientes con hilo de plata y hasta tocados de boda. El grupo de encajeras "La Hilandera" de Pravia es la punta de lanza de la innovación en el encaje de bolillos que las lleva a dar clases fuera de la región y mostrar su trabajo en diversas exposiciones. Pero una innovación que engarza con el pasado de la villa, en el que todas las mujeres pravianas hilaban. De ahí la famosa escultura de la hilandera en el parque Sabino Moutas.

"Empleamos la misma técnica que para hacer el encaje de bolillos tradicional, sólo que en vez de hacer pañuelos y puntillas también hacemos joyas y cuadros", explica Belén Hernández, profesora del grupo, que comenzó en 2004.

Una pasión por innovar en el mundo del encaje que las ha llevado, incluso, a viajar por Europa en busca de nuevas técnicas y diseños. República Checa, Rusia o Bélgica son algunos de los destinos en los que aprendieron novedades del encaje. Sobre todo tienen influencia de los países del este, que utilizan el encaje para decorar las casas con motivos de colores muy vistosos. "Les llama la atención que hagamos puntilas blancas, para ellos tiene que ser más llamativo", precisa Hernández.

Y todos esos aprendizajes y experiencias los ejecutan en Pravia todos los martes y jueves, de 16 a 20 horas, en las salas polivalentes de la biblioteca municipal "Antón de la Braña".

"Al principio pensé: ¿quién me mandaría a mí meterme? Pero luego merece la pena porque lo pasamos muy bien y no es muy difícil de hacer", comenta Esther Iglesias, una de las asistentes. Para ellas, lo mejor de aprender el encaje de bolillos es compartir tiempo con las compañeras, que con el paso de los años se han convertido en amigas. "Cambias un poco el ambiente y sales de casa", precisa Rosa García.

Además de gustarles y pasarlo bien, aseguran que el encaje es curativo. "El mismo sonido de los bolillos es relajante y hacerlo también porque te concentras", señala Adelina Menéndez. La mejoría psíquica no es la única virtud saludable que atribuyen al encaje, también es bueno para la movilidad de manos y dedos y beneficioso para la artrosis, aseguran. También hacen ejercicio mientras encajan los hilos. Sentadas, con la espalda recta, con la mejor higiene postural. Y la vista. "Hay gente que se echa para atrás porque no ven de cerca, pero para el encaje de bolillos no es necesario tener una vista exhaustiva porque los alfileres van marcando los pasos", precisa Hernández. Y, como dice Isabel González, "ni la vista ni la edad son excusas".

Entre bolillo y bolillo se toman un café con galletas para merendar y cada una sigue como quiere. "Tienen libertad, lo importante es que se sientan a gusto con el trabajo que están realizando", indica Hernández. Y tan contentas con sus creaciones que acaban siempre regalando a familiares y amigos. "El otro día colgué un abanico que hice porque si no lo acabo regalando", revela Menéndez. Y más ahora, que son las reinas de la joyería de bolillo.

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