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Alojamiento gatuno de lujo en Noreña

"Cada gato es único, por eso marcan ellos todos los tempos," dice Laura Fonseca, propietaria del primer hotel para felinos de la cornisa cantábrica

Laura Fonseca juega con "Trasgu", uno de los gatos hospedados en su guardería felina de Noreña. A. F. V.

Siete habitaciones, dos suites con grandes ventanales al exterior, zona de juegos, fuentes de agua, calefacción, centro de masajes, música relajante... No, no es un balneario, ni un hotel de lujo. Se trata de los servicios de la primera residencia exclusiva para gatos de la cornisa cantábrica, y está en Noreña.

El de Laura Fonseca no es, desde luego, un negocio habitual. De hecho, además del suyo "sólo hay, que sepa, otros dos en toda España: uno en Madrid y otro en Andalucía". Y es que, aunque el culto a las mascotas lleva años en auge, apostar por un hotel para gatos parece una jugada arriesgada hasta para los que tienen siete vidas.

De momento, la noreñense ha caído de pie, como un buen minino. Sólo una semana después de haber abierto sus puertas ya tiene casi todas las habitaciones completas para el mes de agosto, y afronta con la mayor de las ilusiones este reto profesional que, precisamente por desconocido, le ha costado "varias vueltas con la administración": "No hay legislación al respecto y costó mucho llegar hasta aquí", señala.

Desde luego, el esfuerzo parece haber merecido la pena. Sobre todo, para sus huéspedes, a los que no les falta de nada: habitaciones individuales con calefacción propia, fuentes de agua, juegos, rascadores y comida; dispensadores de feromonas para favorecer la tranquilidad de los gatos en una atmósfera relajante con fragancia a lavanda, y música compuesta especialmente para relajar a los mininos.

"Como se dice en este mundillo, hemos 'gatificado' el espacio: lo hemos organizado todo pensando en el bienestar de los animales. Lo pasan pipa", explica la impulsora de Cuidamiau, animada a lanzarse a este original modelo de negocio tras años cuidando mininos a domicilio.

Pero la disposición de todos los elementos de este hotel animal no es lo único en lo que se prioriza el gusto de los gatos. También en la forma de relacionarse: los animales socializan, juegan o duermen cuándo y cómo les apetece. "Cada gato es un individuo diferente al resto. Por eso les dejamos que marquen ellos mismos los tempos: tanto para ser acariciados como para cogerles en brazos", explica Fonseca, que advierte que saltarse este proceso puede ser fatal: "el estrés siempre les afecta al aparato urinario. Nunca hay que forzarlos a nada". Lo mismo sucede con las relaciones entre ellos: los gatos sólo comparten habitación -hasta un máximo de tres- si son de la misma familia.

Para hospedarse en este hotel cinco estrellas todos los mininos tienen que llevar su tarjeta sanitaria al día.

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