La Nueva España

La Nueva España

Contenido exclusivo para suscriptores digitales

Cien años de pura vitalidad en Viella

Encarna Muriel, conocida como "La Cacereña" por su origen, canta, baila y hace gimnasia y cestería: "Tendrían que llamarme 'la dura'"

Encarna Muriel, a la puerta de su domicilio en Viella. A. I.

Encarna Muriel se levanta cada mañana en su domicilio de Viella con una sonrisa. Canta, baila y bromea de manera constante. "Quince años tiene mi amor", entona, versionando el mítico tema del "Dúo dinámico". Hasta ahí todo normal dentro de la extravagancia, si no fuera porque Muriel tiene ya 100 años. En la localidad sierense la llaman "la Cacereña", provincia de la que llegó hace ya casi ochenta años. Sin embargo, con una lucidez admirable exclama: "¡Tendrían que llamarme 'la dura'!".

Desde luego, Muriel ha visto de todo en este siglo de vida, que comenzó en un pequeño pueblo de Extremadura. "Nací en Casa de Don Antonio, un pueblo a 28 kilómetros de la capital. Estuve allí hasta los 14 años, cuando me fui a Cáceres a trabajar por tres duros cuidando niños. Era una época de pobreza y miseria, íbamos con las cartillas al comercio", rememora.

Poco después estalló la Guerra Civil y regresó al pueblo. "Mi padre tomó esa decisión y allí estuvimos metidos. De vez en cuando cogían a algún matrimonio de gente de izquierdas y los ejecutaban en la plaza. Nosotros poníamos las sillas detrás de la puerta para que no entrara nadie", cuenta Muriel. En aquellos días no todo era oscuro para la ahora centenaria: "Ibamos al baile con los regulares que estaban en la zona".

Por fin acabó el conflicto y volvió a Cáceres, donde se casó "a los 23 o los 24". Como el empleo escaseaba en la zona, "mi marido se vino con los dos hijos varones para Asturias, a trabajar en Ensidesa". Finalmente, tras una vuelta temporal a Extremadura, se instalaron en Viella. "Era una casa que estaba fatal. Tuvimos la suerte de que los vecinos nos recibieron genial, siempre nos han tratado con mucho cariño", agradece Muriel.

Al tiempo, acabaron mudándose a una casa "mucho mejor, que hasta tenía agua corriente". Ella trabajaba de sirvienta en Oviedo y Viella, además, atendía a la familia, se encargaba de la casa, "incluso pintaba las paredes" y también encontraba tiempo para el ocio. "Había una televisión, la única del pueblo, en un bar tienda. Íbamos todas las vecinas con los niños a ver 'Reina por un día'". Los pilares de la vida de Muriel siempre fueron su familia y sus amigos. "Mis hijos son lo máximo para mí. Tengo cinco, todos guapísimos y muy listos. Ahora, además, están mis nietos y bisnietos", asevera. "La Cacereña" hace especial hincapié en la relación con sus vecinos. "Siempre nos juntábamos en las puertas de la casa y lo pasábamos genial charlando. Eso ahora ha cambiado", lamenta.

En estos días tan especiales, por su reciente cumpleaños, el pasado día 23, la comunidad se ha volcado con ella, ofreciéndole varios homenajes en distintos puntos del concejo. "Cuando va y le dan el micro, se lo pone en el oído como si fuera un móvil y se pone a cantar", ríen sus dos hijas, que viven con ella.

Más allá de los honores que se le rinden estos días, Muriel disfruta en el día a día con sus visitas al centro de día de Lugones. "Pinto, hago gimnasia, croché, cestería", enumera. Al llegar la tarde siempre se sienta a ver el "Pasapalabra". "Lo veo a diario, me encanta Fran, estoy deseando conocerlo. Se me pone el corazón a mil esperando que gane el bote", relata.

Compartir el artículo

stats