"El kiwi fue una de las pocas cosas que se dio bien este año". Así lo asegura Alejandro Muñiz, agricultor y vendedor en el mercado de los martes de Pola de Siero. Explica que se debe a que "es una planta que quiere agua y el año pasado, hasta julio, llovió sin parar". En el mercado cotiza entre los 2 y 3 euros el kilo. Indica que la cosecha se recoge en noviembre, pero "guardando la fruta en un lugar fresco dura unos cuantos meses".
Alejandro Muñiz subraya que fue de los primeros que empezó a cultivar el kiwi, que llegó a Asturias hace unas décadas. Pero ha demostrado que ha llegado para quedarse porque "cada vez hay más" en la región. Aunque aquí llegó a través de Nueva Zelanda, es una planta originaria de China, recuerda este agricultor. Tiene como peculiaridad que hay plantas macho y hembra y, al menos, se necesita una de las primeras para polinizar y obtener frutos. "Pero hay problemas porque poliniza muy bien el abejorro y están desapareciendo por los pesticidas. Son fundamentales, sobre todo, para el kiwi", esgrime Muñiz en su puesto del mercado poleso.
La poda es un proceso fundamental en este cultivo, pues "hay que podar mucho todos los años; incluso, a veces, se hace una poda en verde por el verano, de lo que crece". Además, se emplea una técnica diferente a la que se aplica a otros frutales. "Hay que hacerlo bien porque puedes quedar sin cosecha", alerta.
Muñiz destaca que como es una planta "tan productiva, requiere bastante abono y materia orgánica". Su principal enemigo es el viento, porque puede llegar a romper muchas cañas. Pero el kiwi se adaptó estupendamente al clima de Asturias y "de hecho, los de aquí están entre los mejores". Se debe a que llueve con abundancia y hace poco sol, como requiere este cultivo. Es una fruta que se reinventa, pues "hay distintas variedades y están llegando nuevas". Tiene importantes propiedades nutricionales.
