El faro de Candás estuvo un año sin iluminar la mar. Fue del 22 de octubre de 1936 a la misma fecha de 1937, y todo para dificultar las operaciones de los bombarderos que atacaban Gijón. "Fue el único momento en el que se interrumpió el servicio, los milicianos dieron orden de apagarlo porque andaba el destructor 'Almirante Cervera' para bombardear Gijón y los aviones alemanes también; era una manera de dificultar las operaciones de las fuerzas rebeldes de Franco", explicó Roque Galcerán, exfarero que ayer presentó el libro sobre los faros de Candás que ha editado el Ayuntamiento tras el éxito de la exposición que albergó el Museo Antón.

Galcerán ahondó en la historia de los faros en Candás, donde hubo tres desde 1900, pero también aportó curiosos detalles y anécdotas. Una de ellas es que, antes de contar con faro, la cofradía de pescadores contrataban a vecinos como encargados de encender las hogueras en el monte Fuxa para marcarles el camino, sobre todo en costeras importantes, como la del besugo. "Y las luces de enfilación, la entrada al puerto de Candás siempre ha sido peligrosa porque hay muchos bajos que podían rozar, y mediante unas luces en el cabo San Antonio y una casería tenían un canal seguro de entrada", explicó.

El faro de Candás también tuvo sirena, que estuvo en servicio durante cincuenta años para facilitar la navegación en días de niebla. Una tecnología, la de los faros, que ha avanzado a un ritmo imparable hasta hoy, con el GPS en los barcos para marcar el camino. Para Galcerán, ya retirado, ser farero es una condición que no perderá nunca: "Me lo he pasado muy bien, no hay tanta soledad, es más literatura".