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Resignación en Aramil ante el riesgo de que se venga abajo el palacio de los Quiñones, del XVI

Los vecinos lamentan la ruina del edificio pero creen que no se debe gastar dinero público, sino que corresponde a la propiedad arreglarlo

Resignación en Aramil ante el riesgo de que se venga abajo el palacio de los Quiñones, del XVI

Los vecinos de Aramil (Siero) son bastante pesimistas sobre el futuro del palacio de los Vigil de Quiñones, del siglo XVI, pues temen que acabe cayendo porque su deterioro es más que evidente y progresivo. La parte central de la cubierta se está viniendo abajo, lo que pone en riesgo la integridad de este edificio declarado bien de interés cultural (BIC). Después de que dos subastas quedasen desiertas, la inmobiliaria filial de Liberbank "Beyos y Ponga", se hizo con el inmueble por 310.000 euros, menos de los 400.000 euros de la deuda de los dueños con el banco y lejos de los 3 millones de la primera subasta. El gobierno local de Siero quiere iniciar un expediente de disciplina urbanística para evitar la ruina del edificio.

Pero, ¿qué opinan los vecinos? "Da pena que caiga, decían que lo iban a restaurar, pero nada", responde Antonio Corral, que no duda de que "hay que velar por el patrimonio". Insiste: "no se debería de perder". Mientras lee en el bar LA NUEVA ESPAÑA, Eladio Llorian lamenta que esta situación no sea nueva porque "lleva muchísimos años así y nadie mira por ello". Concluye que "es una pena que caiga cualquier edificio y más un palacio, que es bien de interés cultural". Él tuvo la fortuna de conocer su interior: "es precioso, tienen un corredor grande y un patio interior con una fuente muy guapa?"

Tras la barra del bar, Valeria Llamosas apunta que "es un edificio histórico que tendrían que rehabilitar en lugar de gastar el dinero en tonterías". Sin embargo, a José Antonio Lucendo no le preocupa tanto el asunto. "Me da igual", reconoce y matiza que "quienes lo tienen que arreglar son los dueños, no el Ayuntamiento. Les tiene que obligar a ellos a rehabilitarlo". A su lado, Juan Jesús Sánchez apunta que es la propiedad quien tiene que asumir el coste: "Es un Bien que hay que preservar, pero se tienen que hacer responsables ellos".

Unos metros más allá, Celestino Montes deja un momento de atender su jardín para comentar que no le "gustaría nada que cayera", pero también entiende el percal con el que se encontró una empresa que lo adquirió para desarrollar allí un plan hotelero que se frustró.

Montes conoce bien la historia del palacio. Su suegra, Rita Fonseca Vigil, ya fallecida, trabajó allí. Cuenta que la época más próspera fue cuando lo adquirió un indiano, al que conocían como el señor Pérez. "Era muy inteligente y con una gran visión de futuro porque con la venta de la madera de los robles que había en la finca pagó el palacio. Además, las cepas que quedaron las vendió en Noreña para tinte", recuerda. "Vienen más a ver la iglesia románica que a ver el palacio. Nadie pregunta por él".

Mari Paz Fonseca Vigil ha vivido junto al palacio toda una vida. "No me importa. Nunca me hizo ni perjuicio ni beneficio".

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