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Sin barreras a la integración en Pravia

"La mayor parte demanda cercanía de sus compañeros", señala la psicóloga del centro de discapacidad Ascivitas, que mantiene la rutina

Jara Mata realiza ejercicio físico.

Son una piña. Y en tiempos de aislamiento social por el COVID-19, también. Los usuarios del centro de apoyo a la integración (CAI) Ascivitas de Pravia tienen a través de internet todo lo que necesitan para continuar unidos, así es como siguen con sus rutinas diarias, a las que los educadores han incorporado consejos de higiene, salud y seguridad para evaluar su estado físico, para prevenir posibles contagios, y psicológico, para dotarles de herramientas con las que prevenir un posible estrés posterior. Sin olvidar el taller de jardinería, que sigue online.

"La mayor parte de los chicos demanda, sobre todo, la cercanía de sus compañeros. Son una piña, en el centro obtienen casi el 80% de sus necesidades sociales, afectivas y de relación con iguales, así que se echan de menos continuamente", explica Patricia Solar, directora de Ascivitas. Además, el personal del centro tiene también en cuenta las necesidades de las familias, para las que han desarrollado un programa de apoyo a éstas para una mayor gestión de las relaciones con aquellos usuarios que presentan dificultades de conducta o padecen trastornos que puedan dificultar sus relaciones en el domicilio.

También han habilitado "salidas terapéuticas" en casos "excepcionales en los que la persona necesita salir a la calle, concediendo así un respiro también a las familias" ya que muchos de los usuarios del centro necesitan apoyos las 24 horas del día.

Además, Patricia Solar pone el foco de atención en que la mayoría de ellos viven en el medio rural, teniendo ello pros y contras. Por un lado, dificulta su acceso a compras de primera necesidad pero, por otro, "salen a sus huertas y prados y continúan activos con las labores del campo que suelen hacer", detalla.

Así, con un apoyo a través de internet, han conseguido que los chicos y chicas de Ascivitas continúen activos con sus talleres y ejercicios físicos, informados sobre todo lo que conlleva el estado de alarma y la pandemia y, lo mejor de todo, animados. Su rutina es la mejor de las maneras de sobrellevar el confinamiento y el aislamiento social que conlleva. Que, al fin y al cabo, es lo que más sufren.

Y una de las cosas que más celebran educadores y usuarios a diario es que todos están sanos. Las medidas preventivas que implantaron con anterioridad al estado de alarma han surtido efecto.

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