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La huerta se planta en Lugones

La revuelta de los vendedores llega a la localidad tras la Pola, Candás y Grado: los ambulantes se niegan a cambiar su ubicación en el mercado

La huerta se planta en Lugones

"Llevamos 20 años aquí y no nos moverán". Bajo esa proclama, una quincena de vendedores de excedentes de la huerta se manifestó ayer en el Parque de la Paz de Lugones en contra del cambio de emplazamiento del mercado, impuesto por el Ayuntamiento de Siero. La situación en Lugones no es nueva, pues hay protestas en otras plazas semanales como Candás, la Pola o Grado, también por la reubicación de puestos con la vuelta de la venta ambulante tras la restricciones de la pandemia.

En Siero el gobierno descarta dar marcha atrás porque el espacio en el que estaban situados es privado y hay quejas de los vecinos desde 2015. Los zabarceros preguntan por qué se les ha cobrado entonces por instalarse en el suelo, si es privado -aunque de uso público-, y recogen firmas a golpe de pancarta y megáfono.

Según fuentes municipales, el traslado de los puestos -a un emplazamiento muy próximo dentro del mismo parque, pero más escondido- responde a las quejas de las comunidades de vecinos, propietarias de los soportales donde se colocan desde el año 2015.

La decisión se habría tomado ahora aprovechando la reorganización por el covid-19, que obliga a mantener distancias de seguridad. Además, el gobierno local entiende que han "levantado mucho la mano" con los zabarceros, "que venden cosas que no son excedentes de la huerta e incluso no están empadronados en Siero" como exige la normativa.

Por ello, ya se está trabajando en modificar la normativa reguladora de los mercados, que será más estricta y, en ningún caso, dejarán que los puestos vuelvan a donde estaban.

Los zabarceros que acuden cada semana a Lugones y Pola de Siero tienen una visión diametralmente distinta. Critican que se haya aprovechado esta circunstancia para desplazarles y cuestionan que las quejas se conozcan en estos momentos.

Ayer, una quincena de vendedores se situó bajo los soportales, sin sus puestos, pero con una pancarta y papeles para recoger firmas en favor de conservar la ubicación. A continuación, desataron la pancarta y recorrieron el resto del mercado.

Con esa manifestación consiguieron desatar la simpatía de los vecinos y el resto de vendedores, entre comentarios de, "no hay derecho" y "¿dónde está la concejala".

Precisamente, la ausencia de representantes municipales fue una de las cosas que mayor resquemor generó entre los manifestantes: "Nos había dicho que vendría y aquí no ha aparecido nadie", lamentan.

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