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El Ecce Homo, feliz hasta con mascarilla

La Sociedad Noreñense despide unos festejos atípicos, pero animados y exitosos: "Hemos conseguido sacar adelante el programa pese a todo"

Un momento de la actuación de la Banda de Gaitas "Ciudad de Oviedo". A. I.

En Noreña, para armar una fiesta, hace falta poco. La buena comida y las ganas de celebrar de sus gentes favorecen el jolgorio. Si a esto se suma la buena música y actividades para los más pequeños, como ayer, la Villa Condal se convierte en foco de alegría, a pesar de la pandemia mundial, aunque siempre guardando precauciones. Desde luego, la valoración que hacen los organizadores, la Sociedad Noreñense de Festejos (SONOFE) es muy buena. "Tenemos que hacer una valoración mucho más que positiva. Hemos conseguido sacar adelante un programa muy diverso a pesar de las circunstancias. Comercio y hostelería han dado el visto bueno y se han seguido las medidas marcadas", dicen.

El último sábado de celebraciones fue intenso y de lo más alegre. Al poco de entrar en el núcleo urbano sonaban las gaitas. Delante del Ayuntamiento tocaba la Banda de Gaitas "Ciudad de Oviedo". El aforo limitado a cien personas estaba prácticamente completo, lo mismo que el de las terrazas. Por allí también pasaron un par de músicos, con gaita y tambor.

Mientras, en el polideportivo, unos pocos niños apuraban la mañana jugando en los hinchables de Cometa Verde. Nacho Calviño se afanaba en dejar todo perfectamente desinfectado y, a la par, los pequeños disfrutaban. Era el caso de Jimena Blanco, "encantada" corriendo delante de su hermana. La comida completó aforo por doquier. Los hosteleros -aunque todavía no han hecho valoración de estas jornadas- estaban desbordados.

Por la tarde, se puso a llover fuera y, en el interior de la sala polivalente, la tromba fue musical. Ritmos latinos a cargo de "Karima Latin" para recordar al músico Chema Fombona. Allí tampoco cabía uno más, lo malo es que el ritmo pedía baile y no podía ser. Cosas de la pandemia, que no evitó que los noreñenses disfrutaran un Ecce Homo feliz, a pesar de la mascarilla.

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