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Cuatro madres salvan el comedor de Noreña

El catering escolar, suspendido por un positivo que obligó a confinar a las monitoras, se reanuda tras contratar en su lugar a las progenitoras

Victoria Vallejo, Andrea García, Melka Gutiérrez y Susana Rodríguez, en el comedor del colegio. P. FERNÁNDEZ

De toda crisis salen oportunidades. Y si no, que se lo digan a cuatro madres de alumnos del colegio. La dirección del centro educativo se vio obligada este lunes, in extremis, a cancelar los servicios de comedor y de transporte escolar debido al positivo por covid-19 de una de las monitoras. Por ello, las nueve restantes tienen que guardar cuarentena, así como los alumnos de varias aulas que estuvieron en contacto directo con la persona contagiada. Sin comedor ni transporte, el varapalo para muchas familias fue mayúsculo, pero pronto se resolvió.

La dirección del colegio y la Asociación de madres y padres de alumnos se movilizaron al instante: realizaron un llamamiento por las redes sociales para buscar trabajadores sustitutos, ya que la empresa encargada de estos servicios, La Productora, carecía de personal extra para cubrir las bajas de las monitoras. Los teléfonos no pararon de sonar. Y de todas las llamadas hubo cuatro madres de niños escolarizados en el centro de Noreña que no dudaron a la hora de echar una mano. Una de ellas es Victoria Vallejo González. En su caso, explica, "mi hija va al cole pero no al comedor, y me ofrecí como monitora porque hay muchas familias que no tienen con quién dejar a los niños". Para ella, el dinero extra que ganará estos días, además de las horas cotizadas, ya que la empresa las contrató legalmente, es lo de menos. "El dinero es secundario pero viene genial y, además, puede ser una oportunidad laboral", reconoce.

Susana Rodríguez Méndez es otra de las madres monitoras en Noreña por la gracia del covid-19. Está en el paro porque antes trabajaba como guía acompañante en el Imserso y se suspendió toda la temporada de viajes. Su hija, al igual que la de Victoria, tampoco va al comedor, pero ella se ofreció a ser monitora porque "es una manera de ayudar a los demás. Mucha gente lo necesita. Y, además, en el futuro podremos cubrir otras bajas en otros colegios, si nos necesitasen", añade.

Este trabajo temporal es una oportunidad, como comenta Andrea García Álvarez, otra de las madres contratadas en el comedor. "Cuando acabemos aquí, nos quedamos en la bolsa de la empresa que presta el servicio", dice. Y remarca que en el colegio "los niños están muy bien atendidos y comen genial". Melka Gutiérrez Junco, madre desempleada de 50 años, vio una oportunidad de encontrar empleo, aunque por unos días. "Estaba buscando trabajo y en cuanto vi que necesitaban gente para cuidar el comedor, me apunté", reconoce.

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