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Candás rinde homenaje a los hombres que se llevó la mar

San Félix acoge la ceremonia en memoria de los náufragos y la lectura de las obras del concurso literario creado en torno a la cita

Asistentes a la misa celebrada ayer en la iglesia de San Félix de Candás. | Luisma Murias

“Dos lanchas han desaparecido con toda su tripulación sin que haya noticia de cuándo y cómo fue su pérdida, pero según afirma una de las lanchas salvadas en Tazones, parece llevaban a la vista otra por sotavento, que bien podía haber zozobrado o que una racha le arrancó palos y velas y no volvieron a verla más. Este es el tributo que paga el pueblo de Candás al feroz elemento”. Así contaron las crónicas periodísticas de la época, el tercer gran naufragio que sufrieron los pescadores de Candás, en este caso con fecha del 14 de enero de 1877. La treintena de fallecidos en ese momento se unieron a los 42 del naufragio de 1782 y a los casi cien del naufragio de 1840, en la que es la mayor catástrofe marítima de Asturias. Todos tienen denominador común: sucedieron en el mes de enero.

María Teresa Álvarez con la pequeña Celia Herreruela. | Luisma Murias

Fue tras el último de ellos cuando el Gremio de Mareantes instauró una misa anual, todos los 14 de enero para recordar a los caídos y para mantener viva la llama del recuerdo. Un recuerdo que ha trascendido con el paso de los años hasta estos días, en los que se sigue luchando para que perviva, ya que en torno a la misa celebrada ayer en la iglesia de San Félix, la escritora María Teresa Álvarez, junto con la Cofradía de Pescadores, organizaron un concurso de relatos para niños de sexto de Primaria. Se presentaron más de 40 y las obras elegidas fueron recitadas ayer antes de la ceremonia.

“Es la primera vez que lo hacemos, pero viendo la acogida pensamos continuar con ello. La finalidad es que no se pierda la tradición, un pueblo sin memoria es como perder las raíces. Los niños no tenían ni idea de esto y así hace que se interesen y tengan conciencia de la tradición”. El espíritu de esta iniciativa lo expresa así la escritora candasina María Teresa Álvarez. Casi 150 años después de que se instaurara esta misa en memoria de los náufragos, la tradición únicamente se perdió durante la Guerra Civil y desde la Cofradía quieren que se siga manteniendo.

Es por ello que el año pasado, se decidió crear este concurso, de la mano de los colegios, para hacer llegar el tema a los más pequeños, que tuvieron su importante cuota de protagonismo durante la ceremonia.

La casualidad, o mejor dicho situaciones derivadas del covid, hicieron que de los tres finalistas solamente pudiera acudir a la lectura Celia Herreruela, una de ellos.

La ganadora fue Valeria Viña y el otro finalista Álvaro Peláez, que estuvieron en parte presentes ya que relataron sus textos en audios que fueron reproducidos a través de los altavoces de la iglesia.

El trabajo de investigación de todos los niños dio como fruto unos relatos documentados y emotivos, como el de la ganadora, Valeria Viña: “Los barcos naufragando, algo que nadie merecer ver, ni vivir. Muchas familias de Candás perdieron a sus abuelos, hijos y padres. Muchos dicen que morir haciendo tu trabajo es honorable, pero yo creo que lo honorable es que arriesguen o incluso pierdan sus vidas por alimentar a sus seres queridos, eso sí es honor”.

Celia Herreruela se acordó de su abuelo “Artola” en su relato y Álvaro Peláez se trasladó al propio 1840, imaginándose en primera persona como hijo de marinero y de trabajadora en la fábrica de Albo.

No faltó la tradicional salve marinera, que interpretó la Coral Aires de Candás, dando aún mayor emotividad al acto en la iglesia de San Félix.

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