A Covadonga González Fernández, "Cova", la quería todo el mundo. Era una institución en Cabranes: la abuela del concejo, y quizá de toda Asturias, porque iba a cumplir 106 años. Falleció el sábado, y su funeral y entierro, ayer, reunieron a cientos de personas.

Había nacido en La Rebollada, un pueblo de la parroquia de Torazo, y desde muy joven, con apenas 12 años, empezó a servir, en Infiesto, en Oviedo, en Colunga, en Villaviciosa, en Torazo... Cuidó también a varios familiares y cuando llegó a centenaria recibió un gran homenaje de los vecinos de Cabranes.

Quienes la conocían aseguran que era una persona buena y sabia, una mujer con mucha personalidad. Pese a las penurias que sufrió en algunos momentos de su vida, nunca se quejaba, y en todo momento se mostraba optimista, recuerdan amigos y familiares. Gozó de excelente salud y calidad de vida hasta el final de su vida. De hecho, fue autónoma hasta hace solo unas semanas. No quería "dar que hacer", comentaba. Y siempre mantuvo una envidiable lucidez mental.

Le gustaba ayudar a todo aquel que lo necesitara. Cuentan que su casa de La Rebollada "parecía un chigre", pues acogía tertulias y se jugaban allí partidas de cartas, mientras ella, "encantada", servía a los invitados café y chupitos. "Disfrutaba de las visitas, de las conversaciones, de las pequeñas cosas. Fue una persona libre, una mujer adelantada a su época, que se adaptaba a todo y que nunca veía problemas. Era muy positiva", comentaba ayer uno de sus sobrinos.