Cultura limpia el castro praviano de Doña Palla y documenta sus estructuras

El complejo, excavado hace más de treinta años, está tomado por pinos y eucaliptos

Un vecino señala la zona en la que está el castro de Doña Palla. | A. G.-O.

Un vecino señala la zona en la que está el castro de Doña Palla. | A. G.-O. / J. A. O.

J. A. O.

La Consejería de Cultura, Política Llingüística y Turismo ha iniciado una intervención arqueológica de documentación y limpieza en el castro de Doña Palla, ubicado en Peñaullán (Pravia). Según los portavoces del departamento que dirige Berta Piñán, los trabajos se llevan a cabo en el marco del Plan Director para la Gestión del Patrimonio Castreño, se desarrollarán durante las próximas semanas y supondrán una inversión económica de 21.054 euros.

El proyecto busca recuperar un espacio que se ha deteriorado bastante en las últimas décadas a causa del abandono, pero que constituye un yacimiento de referencia en las fuentes medievales de Asturias. Su origen podría remontarse a la Edad del Hierro.

Las primeras excavaciones en el castro de Doña Palla se realizaron a finales de los años ochenta del pasado siglo y fueron dirigidas por Javier Fernández Conde. Los restos exhumados nunca fueron objeto de trabajos de consolidación, por lo que el área en su conjunto se encuentra en la actualidad tomada por monte bajo y plantaciones de pinos y eucaliptos.

Los trabajos impulsados por la Dirección General de Cultura y Patrimonio tienen por objeto "eliminar la vegetación y documentar las estructuras exhumadas, así como regularizar perfiles arqueológicos para disponer de una base documental actualizada que permita valorar el modo de conservación". Además, también se analizará la integración de las estructuras en una propuesta de musealización del conjunto arqueológico.

El castro de Doña Palla, rodeado por el río Nalón, el arroyo el Tiñoso y el arroyo el Rosicu, se localiza en las estibaciones de la sierra de Fontebona.

El enclave contaba con un gran foso complementado con otros secundarios, así como murallas y taludes, lo que le convertía en una auténtica fortaleza cerca del litoral.

El castro ya fue reconocido por J. M. González en la década de los cincuenta del pasado siglo.

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