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Estampas navetas | Cronista oficial de Nava

Y llegó la seronda...

Las bajas en el concejo en el comienzo de la otoñada

Es tiempo de seronda, o de otoñada, como describe el maestro Alberto Polledo, y es posible percibir, al deambular por la villa, el olor de las manzanas y el aroma de la sidra que se está mayando en la penumbra fresca de los llagares.

Atrás quedó septiembre, pero dejando huella en la población del concejo. Así, el 19, faltaba Virginia Pandiella Antuña, de Cezosu, viuda de Agustín Fernández y, el 25 era América González Vega, viuda de Fermín Vigón, "Fermo", la que finaba. El 27 lo hacía en Ceceda, a los 100 años, María Luisa Díaz Maujo, viuda de Santos Medina, la cual, según me cuentan sus hijos, alcanzó a celebrar el centenario rodeada de toda la familia y en condiciones razonables para su edad. Por último, el 29 nos dejaba en Purnea Carmen Ramil Llamedo, viuda de Daniel Sanmartín y natural de Ceceda.

Octubre comenzaba con la falta, el 4, de Manuel González Felgueroso, "Lolo", vecino de Paraes, y el 5 nos dejaba, prácticamente de improviso, Susana Martínez Montes. Susana, que acababa de ser madre por segunda vez, contaba con 33 años de edad. Quizá lo más adecuado para entender lo ocurrido sea volver a leer, o tener en cuenta, las emocionadas líneas que, desde el dolor y en su memoria, escribió su esposo, Marco Antonio Orviz y que este periódico publicó el domingo día 11.

Y justamente el 11 nos dejaba, asimismo, María Josefa Lafuente Martínez, "Fefi". Compañera de pincel, quiero recordarla con todos los compañeros del taller como la mujer alegre, compuesta y activa con la que compartimos tan buenos momentos, habaneras incluidas. Ella sabe, allá donde esté, que no la olvidamos.

El 13 fallecía María Amada Díaz del Cueto, de Purnea, pero afincada en Nava en los últimos tiempos. Y el 14 sería Braulio Pruneda Cañal el que se marchaba para siempre. Vecino de Sierra, Braulio era uno de los paisanos que, continuando una tradición centenaria que hunde sus raíces en la celebración del mercado semanal, acudía cada sábado a la tertulia que tiene lugar en la acera, frente a la plaza de la villa. Tertulia, por cierto, cada vez más mermada de componentes. Amigo de sus amigos, instruido, prudente, sensato, de hablar pausado y sólida constitución, vamos a echar todos en falta su tranquila figura y, en especial, Manolo Barbón, de la Polenava, y José María Díaz, de Tresali, con los que tenía una relación más cercana.

Por último, el día 19 dejaban de existir, en Gijón, el naveto Ulpiano González Carbajal y su hija, Sonia González Varela, ambos en la misma fecha. Que la paz y el descanso eternos sea con todas y todos ellos.

Y cerramos con una pincelada cultural. Alberto Torga y Llamedo, sacerdote jubilado nacido en Vegadali, ha presentado en la Casa de Cultura "Marta Portal" la segunda y última parte de sus Memorias, dando así cima a una obra de gran aliento, en la que, a lo largo de más de un millar de páginas, ha dejado reflejada su peripecia vital, amplia y variada, desde sus primeros recuerdos hasta estos días. Enhorabuena, Alberto.

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