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Los últimos druidas

El valor de las pequeñas grandes cosas

La diferencia entre los proyectos de los políticos grandilocuentes y las esperanzas del pueblo llano

Desde hace varios años los políticos han optado por "diseñar" (palabra de moda) las cosas grandes y voluminosas para atraer al personal con temas variados o para centralizar servicios, empresas, comercios y hasta seres humanos. Los técnicos de imagen las denominan "macroproyectos", "grandes superficies, "áreas industriales", "parques", "polígonos"... y en muchas ocasiones les colocan voces tan poco comunes y menos sugerentes como "virtuales", "digitales", "centros de interpretación", "ecomuseos", "parques temáticos" o "interdisciplinares", "áreas de expansión lúdicas", "centros de turismo activo"... Los hay que piensan a lo grande porque creen que los ciudadanos vamos a comulgar con piedras de molino para las que habría que moler el oro que no tienen las arcas municipales, algunas de ellas al borde de la quiebra. En la política no vale todo. Hay proyectos y buenas intenciones para una mejor calidad de vida o para sacar adelante lugares deprimidos como lo son estos valles y otros, pero si tras un "macro" no hay oro molido que lo respalde, bien harán en guardárselo para mejor ocasión. ¡Ultreia! Adelante con los diseños regionales y municipales de forma moderada, siempre que se consulte con el pueblo llano y se tenga en cuenta la sabiduría de los últimos druidas. Los hay, en fin, a quienes hay que enseñar el valor de las pequeñas grandes cosas.

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