La Nueva España

La Nueva España

Contenido exclusivo para suscriptores digitales

"Villa Arbosa", triste y sola

El abandono de un edificio en el que muchos noreñenses invirtieron esfuerzo y dinero

"Villa Arbosa", en Mohías (Coaña), está totalmente abandonada. Actualmente en Noreña nadie parece tener interés o posibilidad de devolverla al patrimonio común de los noreñenses. El paso del tiempo la borrará definitivamente de la memoria colectiva. ¡Es una pena!

Su relación con Noreña comienza con un cura visionario que hace más de 40 años buscaba casi desesperadamente un lugar para llevar de campamento a niños, niñas y jóvenes de la villa. La búsqueda fue ardua pero en Mohías, su antigua parroquia, había una casa muy apropiada. Problema: 1.625.000 pesetas (año 1975).

Don Fermín no se arredraba fácilmente y reunió en el Samoa a los padres de las criaturas en una de las primeras operaciones nacionales de crowdfunding (con perdón). Con acciones de 1.000 pesetas esa noche se recaudó algo más de un millón, aproximadamente 2/3 de lo necesario. ¿ Y el resto? Viendo nuestra desesperación "Pachu el Tranquilo" nos lo adelantó con el compromiso de su devolución, como así hicieron posteriormente los responsables del MPJ en los siguientes 5 años.

En aquel momento, en el que la titularidad no era una cuestión importante, tres personas mayores de edad tenían que firmar la escritura. Problema: en la dirección del MPJ de aquel momento sólo Juan Junquera y Juan Iglesias tenían 21 años. Ese fue el motivo por el que Fermín Cristóbal y ellos dos firmaron la escritura en nombre del Movimiento Parroquial Juvenil.

Sin duda esa decisión permitió veranos inolvidables para muchos jóvenes, propiciando una apertura de las relaciones sociales en la villa que don Fermín vigilaba con su pitillo en la boca y con una sonrisa cómplice. Fueron veranos de preguntas, dudas existenciales y también de algún compromiso. Veranos que nos marcaron.

Pasados los años la historia se distorsiona y el cambio de hábitos generacionales lleva los campamentos de verano a una situación complicada. Problema: hay que mantener en pie un edificio tambaleante.

El MPJ lo intenta y nuevamente consigue ayuda económica para su reestructuración. Sin embargo, el propio movimiento y los campamentos de verano en Mohías continúan perdiendo fuerza paulatinamente.

Hoy sólo un edificio en ruinas nos recuerda lo mucho que allí se vivió. Salvarlo es imposible y quizás innecesario. Así todo, buscar una fórmula que sirva para recuperar socialmente la inversión y el esfuerzo de tantos noreñenses podría ser un objetivo bonito y compartido.

Compartir el artículo

stats