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Vicente A. Montes Álvarez

Sanmartín

Las restricciones para celebrar la tradicional matanza en estas fechas

Luna menguante y principios de diciembre, tiempo para el sanmartín; porque, aunque la festividad sea el 11 de noviembre, el encaje con la fase de la Luna y el esperar una caída de temperaturas hace que esta actividad en nuestra región se extienda desde finales de noviembre a finales de febrero. Ahora en pocas familias se hace la matanza, pero no son pocas las que compran en una carnicería de confianza –y en la Pola haylas– carne para en casa realizar todas las tareas que la actividad conlleva: picado de la carne, adobado, amasado y embutido para luego dejar “curar”, por lo menos tres semanas, “tizando” y ahumando ligeramente con madera de manzano o roble. Lo de la pandemia también afectó a esto. En las casas se reunía toda la familia con trabajo fatigoso para las mujeres, iniciación a pequeños enseñándoles a amarrar, paisanos dando “taches” y comida colectiva, donde veinte personas era número frecuente y con opiniones de gourmets de todo tipo: “El picadillo ta bueno”, “no, pa mí ta salao”, “fálta-y picante”, “paezme que tenía que tener más ajo”... Al final se producía un equilibrio y, regando con vino o sidra, todo el mundo concluía que estaba excelente. Pero... este año... seis personas a la tarea, que tienen que ser burbuja, y apenas guirigay... No sé si se podrá hacer tanto embutido este año, pero la verdad es que casi siempre sobran “chorizos”.

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