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Celso Peyroux

Obituario

Celso Peyroux

Carmela

Despedida a una mujer buena y profunda, amiga cuya esencia queda entre nosotros

Por estos días se me fue de las manos y de la vida, como una margarita cercenada por el filo de una guadaña de verano, mi buena amiga Carmina Fernández Díaz, a quien, desde la adolescencia, siempre la conocí con el cariñoso nombre de Carmela.

Era yo un adolescente y ella mocina casadera, cuando un buen día decidió dejar su Cuña natal, en el Valle de Somoza, y bajar a trabajar y vivir en la villa de don Joaquín Prida, San Martín de Teverga.

Largas conversaciones en los bancos de Irene y algunos jueves juntos al cine Gonal, porque las chicas no pagaban entrada si iban acompañadas por un caballero. Casada con mi buen amigo Celsín López –“compañero del alma, compañero” en las minas de hierro de los lagos de Somiedo– dejó una bella descendencia y sobre todo las grandes cualidades de haber sido una mujer buena y profunda.

El corazón se cansó de latir este verano subiendo los angostos escalones de la vida, pero su esencia queda entre nosotros. Descansa en Paz, amiga.

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