Mieres / Langreo,

José A. ORDÓÑEZ

Un estudio patrocinado por la Comisión Nacional de la Energía, adscrita el Ministerio de Industria, señala que el carbón es el «acompañante idóneo» para el desarrollo de energías renovables en los próximos años, debido a que ofrece «plenas garantías de suministro, cierta flexibilidad de operación y bajos costes de combustible». Los especialistas pintan un horizonte energético con prevalencia eólica y del gas, pero, también, con una relevante presencia del carbón que permita garantizar el suministro.

El equipo de profesores universitarios ligados a la Universidad Politécnica de Madrid, dirigidos por el catedrático José María Martínez Val, que realizó este estudio sostiene que el carbón combina mejor con el desarrollo de las energías renovables que las demás térmicas. Así, estos expertos señalan que las nucleares presentan como handicap que «son más rígidas de funcionamiento» y que, además, «requieren mayores inversiones iniciales», mientras que las de gas tienen «problemas de suministro y almacenamiento, pese a que sus costes sean algo menores».

El estudio, titulado «El futuro del carbón en la política energética española», editado por la Fundación para Estudios sobre la Energía, indica que «la relación entre el deseable desarrollo sostenible y la necesidad de mantener el desarrollo energético con ciertas garantías» hace «imprescindible» un estudio en profundidad sobre el carbón energético que ofrezca soluciones «optimizadas y aceptables». A este respecto, auguran de que, en el horizonte de 2030, el esquema mayoritario de generación se realizará a partir de gas natural y de energía eólica, dos fuentes que, según indican, «no resultan plenamente controlables» y «pueden llegar a plantear problemas de abastecimiento». Por ello, los autores del estudio inciden en la necesidad de disponer de una potencia eléctrica alternativa y capaz de compensar las fluctuaciones, que puede ser cubierta, y con garantías, por las nuevas centrales térmicas que utilicen carbón y que cuenten con una tecnología adecuada que impida la salida de dióxido de carbono (C02) a la atmósfera. Eso sí, el carbón del futuro siempre debería de cumplir con tres criterios básicos: calidad ambiental, garantía de suministro y competitividad económica.

A la hora de afrontar el porvenir del carbón, los expertos también ponen de manifiesto que su uso está subiendo en todo el mundo, y muy especialmente en el Pacífico. Así, señalan que el incremento de su consumo en 2006 fue del 4,3 por ciento, lo que significa casi el doble que el de la demanda planetaria de energía, que se quedó en el 2,3 por ciento. Es más, según sus datos la participación del carbón en la dieta de energía primaria mundial ha pasado del 25 por ciento en 2000 al 28,6 en 2006.

Con todos estos datos, el informe de la Fundación para Estudios sobre la Energía considera «procedente» la creación de un escenario «apropiado» para el uso del carbón. En principio, pasaría por «mantener un número medio-alto de horas anuales, con una potencia suficiente para ser relevante y una producción de CO2 adecuada a las posibilidades de almacenamiento que haya en el país». A su juicio, son objetivos que se podrían cumplir con «un nivel de potencia igual o un poco por encima del actual, esto es en torno a los 10.000 megavatios», con «la función específica de las centrales de carbón ajustada al desarrollo real que experimente el sector nacional de generación eléctrica». Los autores del informe apuestan por «armonizar los objetivos de garantía de suministro y calidad medioambiental con precios moderados de la energía».