Aitana CASTAÑO

Curriechos (Lena / Aller),

El jurista, político, filósofo, escritor y orador romano Cicerón solía defender que «la Historia es el testigo de los tiempos, la antorcha de la verdad, la vida de la memoria, el maestro de la vida, el mensajero de la antigüedad». Mensajes y luces son lo que, cada día, buscan los cinco jóvenes que, desde principios del mes de julio, trabajan en las excavaciones del monte Curriechos, donde se ubican los restos de un campamento romano y de las fortificaciones astures de La Carisa.

Diego Rodríguez, Guillermo García, Nacho Guadarrama, Mustafá Diop Niang y Talla Gueye ponen sus manos y su trabajo para intentar ayudar a esclarecer lo que ocurrió en el enclave que hace frontera entre los concejos de Aller y Lena. Los cinco son jóvenes, proceden de distintos lugares (hay dos asturianos, un vallisoletano y dos senegaleses) y aunque su profesión de origen tiene que ver con los recursos forestales, se han convertido en unos auténticos arqueólogos. De nueve de la mañana a seis de la tarde, llueva o haga un sol de justicia (que en lo alto del cordal donde se encuentran actualmente retumba como un tambor), el grupo de excavadores de La Carisa llega al lugar marcado, coge palas, picos y cepillos y se pone manos a la obra. Si se da el caso de que encuentren algún objeto de interés, entonces deben remitirse al grupo de arqueólogos encargado de la iniciativa: Jorge Camino, Yolanda Viniegra y Rogelio Estrada.

Este verano los trabajos del grupo de excavadores recorrerán toda la zona del descubrimiento. La particular «obra» arrancó en julio en una de las cabezas de la fortificación romana, la que tiene la fabricación más compleja; ahora, los cepillos de estos improvisados arqueólogos se centran en la otra cara de la misma muralla a los pies del pico Homón de Faro y, en unos días pasarán a la parte contraria, el campamento romano, en lo alto del monte Curriechos. Jorge Camino, uno de los responsables de los trabajos, acude a la zona casi a diario para comprobar que todo va sobre la marcha. Éste es el quinto año que las inmediaciones de la vía La Carisa acoge trabajos de excavación en los yacimientos. Aunque la historia de estos restos se remota a mediados del siglo XIX, la primera identificación de las fortificaciones del monte Curriechos fue realizada por el militar asturiano E. G. Tuñón y Quirós. Tuñón y Quirós, que al parecer descansaba en el concejo allerano, se enteró del descubrimiento de una pieza de bronce por parte de un pastor en la zona de Curriechos y subió a explorar esta elevada zona de la sierra. El militar elaboró una teoría en la que relacionó estos vestigios con el bellum cantabricum, las guerras de conquista contra los pueblos astures y cántabros.