Síguenos en redes sociales:

Una muerte inútil

Una muerte inútil

El Carnaval es una permanente vivencia en la que estamos sumidos, y parece que a gusto. Promesas, ideas y discursos, así como otros disfraces, como tales, falsos, desdibujan la realidad y permiten al actual sistema capitalista, tanto en el plano económico como en el cultural e ideológico, continuar inexorablemente con su particular mascarada.

Un ejemplo de esa mascarada, de esa verdad a medias, de esos discursos que retuercen y manipulan la realidad bajo la máscara de la ayuda humanitaria y de la lucha por la democracia es la noticia de hace días sobre la muerte de un soldado del Ejército español en la guerra de Afganistán. La cual, siendo desgraciada y triste, no será la última. Una pregunta se hacen muchas personas ¿para qué habrá muerto y por qué el joven soldado?

La respuesta, pienso, habrá que buscarla en otras preguntas ¿Qué hacen los soldados del Ejército español en Afganistán? ¿Qué hace el resto de Occidente en el mismo lugar?

Se nos dice, en mensaje oficial y lavacerebros, que la causa por la que se combate en Afganistán y por la que murió el soldado español es la democracia y el orden en aquel país, ¿seguro? Pues no. Las elecciones que hubo en ese país, aparte de dudosas, no han sido democráticas. Y no lo han sido por la obvia razón de que estando en guerra no puede existir un debate mínimo de ideas, pues la guerra es una situación que «razonablemente» no deja lugar a la democracia. Por eso, a mi juicio, la muerte del joven soldado es no sólo inútil, sino que murió por una farsa. Y todo, excepto el dolor impagable de sus familiares, es una enorme mascarada.

Los talibanes, con perdón de los nuevos izquierdistas y tolerantes culturales, me parecen, siendo educado, fuera de esta galaxia. No obstante, con el sistema de lucha, es decir, de invasión de su tierra por tropas occidentales, me temo que se está acelerando su «verdad» y su historia. Las tropas occidentales no están en Afganistán para depositar la semilla de la democracia, ni tampoco para socorrer a niños indefensos (que lo hacen), porque si esto fuese así, por qué no acuden, por ejemplo, al continente africano. Están en Afganistán por el interés de abrir rutas para el negocio, que, como siempre, servirá de lucro a una minoría que lo enmascarará como progreso y democracia. Por eso se muere en Afganistán.

Salir de ese país, no sólo por evitar muertes estériles, sino, y más prosaico, por ahorro económico es la única alternativa. Porque, digámoslo, los soldados que están por allí son profesionales, saben a qué juegan. Pero esta verdad no debe empequeñecer el sentir humano con las personas que allí combaten y que (es otra verdad) están costando, ¿para qué?, unos cuanto millones de euros que se podrían ahorrar en esta turbulenta época de crisis.

Esos pueblos no son tan «patosos» como se los quiere ver desde Occidente. Deberían tener su propia existencia, aun con sus dictaduras y sus talibanes. Que se arreglen ellos solos, lo que no es obstáculo para utilizar la diplomacia con las estrategias y tácticas que los estados habitualmente hacen valer para influirse entre ellos.

Pulsa para ver más contenido para ti