Mieres del Camino, A. LORCA

Hacer un mapa de las zonas donde hay mayor probabilidad de que se produzcan inundaciones a partir de sus antecedentes históricos y evidencias geomorfológicas. Ese es el objetivo del equipo de investigación que trabaja en el Instituto de Recursos Naturales y Ordenación del Territorio (Indurot), en el campus de Mieres, para desarrollar el proyecto titulado «Análisis geomorfológico-histórico de zonas inundables en Asturias: aportaciones de Estadística y Soft Computing», enmarcado en el Plan de I+D+i del Principado de Asturias.

Este equipo analiza las evidencias conservadas en el terreno, además de buscar de pueblo en pueblo artículos realiza investigaciones, encuestas a los vecinos y recopila noticias de prensa, libros publicados sobre inundaciones y suma a toda esa información la documentación existente, como el catálogo nacional de inundaciones históricas. Todo ello para elaborar un mapa basado en los datos históricos de las zonas inundables.

«Para estudiar las inundaciones nos basamos en evidencias reales de afección, obtenidas del análisis del terreno y de los datos históricos», explica Elena Fernández, coordinadora del área de geomorfología del Indurot. Además de la recopilación de información histórica se están «buscando en las zonas inundables evidencias del tránsito reciente de inundaciones», dice, y explica el objeto de esos estudios: «Las inundaciones dejan unos depósitos y unas erosiones que, en función del tiempo transcurrido y de la intensidad de la inundación, son más nítidas, y aunque se camuflan con el tiempo, la morfología que dejó la inundación se conserva». De encontrarse esas «formas» se puede saber si en años recientes ha habido alguna inundación con la suficiente intensidad como para «transformar el terreno» y, con ello, hacer predicciones de cara al futuro.

Las inundaciones provocan daños en la salud humana, el medio ambiente, el patrimonio cultural de una población y hasta en su actividad económica. Evitar estos peligros requiere adelantarse a los acontecimientos identificando las zonas inundables y estar preparados antes de que llegue el fenómeno. Para ello se usan métodos centrados en determinar la envergadura de una avenida teniendo en cuenta los datos de caudal o de precipitaciones registrados en las estaciones de medida repartidas por el territorio nacional. En este estudio del Indurot lo que se hace es tratar de completar estos métodos con datos reales de las inundaciones, para realizar «una estimación de la inundabilidad lo más precisa posible», realizando correlaciones estadísticas «de las evidencias almacenadas en el territorio y los datos históricos», explica Elena Fernández.

A finales de 2007, el Diario Oficial de la Unión Europea aprobó una directiva para la evaluación y gestión de los riesgos de inundación, cuyo objetivo era reducir las consecuencias negativas de las inundaciones. Esta iniciativa surgió tras las graves inundaciones que se han venido sucediendo en los países europeos a lo largo de la última década, pero también por los problemas ambientales que se están detectando en muchos ríos europeos. «La aprobación de la directiva representa el primer paso para reducir el riesgo de la población y frenar el deterioro del medio fluvial en los estados miembros de la Unión Europea, siendo el siguiente paso la identificación de las zonas inundables, que debe estar lista para finales de 2013», asegura.

El trabajo que se está llevando a cabo en el campus de Mieres se enmarca dentro del Sistema Nacional de Cartografía de Zonas Inundables, programa que está abordando el Ministerio de Medio Ambiente, y Medio Rural y Marino, a través de la Dirección General del Agua, para cumplir con las demandas de la UE. Más tarde, estos aspectos históricos y geomorfológicos serán tratados con técnicas estadísticas y de lógica difusa por el equipo de la directora del proyecto, Ana Colubi, profesora del departamento de Estadística de la Universidad y responsable del mismo área en el Indurot.