Al igual que los Evangelios llevan cada uno el sello de su autor, la minería española ha sido marcada por la impronta de cada responsable político que la gestionó. Alberto Nadal acaba de llegar a la Secretaría de Estado de Energía como un «Mesías», no porque vaya a solventar los males que abocan a la mayoría de las minas al cierre, sino porque, al menos, está dispuesto a escuchar y dialogar, y, sobre todo, porque está dispuesto a tomárselo en serio. No parece mucho lo que ofrece este joven tecnócrata, culto, inteligente y liberal, al que Rajoy encomendó reconducir la errática política energética del Ministerio de Industria, varada en la imposibilidad de resolver el problema de la tarifa eléctrica, pero en un sector en estado de ansiedad un poco de sosiego suena a música celestial. Después se verá si el resultado es divino o infernal, quizá se quede sólo en terrenal.

Alberto Nadal ha comenzado a dejar su sello en la minería española. En apenas tres meses mantuvo ya más reuniones con empresarios y sindicalistas que su antecesor, Fernando Martí, de nefasto recuerdo en el sector. También ha cambiado el método. Se acabaron los interminables y maratonianos encuentros de tótum revolútum. Desde ahora, serán bilaterales con cada entidad u organización. Y, al final, cónclave para cerrar acuerdos.

Reunión a reunión ha ido dibujando el futuro mapa de la minería española. La primera fecha clave está muy próxima, el próximo año. En 2014 se producirá el primer corte importante. Buena parte de las minas cerrarán, empujadas por el fin del decreto que obliga a las eléctricas a adquirir y quemar mineral nacional. La Unión Europea, cuando Zapatero creo este incentivo allá por 2010, le puso fecha de caducidad, sin posibilidades de prórroga. Alberto Nadal, sin embargo, se muestra abierto a «buscar otro mecanismo más vinculado al precio final del carbón y a su suministro». El Gobierno también pondrá fin o dejará en la mínima expresión las ayudas que las empresas reciben para extraer carbón. Aunque hasta entonces parece dispuesto a mantener su cuantía. Nadal acaba de anunciar un acuerdo con el Ministerio de Hacienda para obtener un crédito extraordinario que permita repartir este año otros 153 millones de euros, sin perder subvenciones.

Sin estos dos instrumentos -ayudas e incentivos- a partir de 2015, la primera criba de cierres está servida. Es de suponer que las primeras explotaciones en echar la llave serán las menos rentables, las que tienen mayores dificultades para sacar carbón... Si además se tiene en cuenta que Industria quiere dirigir las labores de extracción hacia las minas a cielo abierto, los pozos de interior serán los primeros en desaparecer. Otra condición impuesta por Alberto Nadal complica aún más el futuro: las empresas que sobrevivan en 2015 deben tener suscritos contratos de abastecimiento a medio y largo plazo con las compañías eléctricas, de sabido reacias a quemar carbón autóctono; salvo EDP-HC Energía, que acaba de suscribir otro convenio para comprar el mineral de Hunosa.

Con tanto obstáculo, la primera oleada de cierres está a la vista. No es casual, el guión original se mantiene, aunque con matices importantes. El secretario de Energía, que hasta su nombramiento ocupaba un alto cargo en la patronal CEOE, ha ido desgranando cómo será el sector minero hasta 2018 y en años posteriores, ya fuera de la vigencia del actual régimen europeo. Ha dejado pinceladas que reunidas conforman el cuadro: la extracción de carbón recaerá principalmente en las minas a cielo abierto de Teruel, León y Asturias, su coste de producción es bajo y requieren menos mano de obra; también podrían sobrevivir algunas minas de interior, las de Cerredo, en Degaña, y Pilotuerto, en Tineo, ambas de Victorino Alonso; quizá alguna también de la Hullera Vasco Leonesa. Ningún pozo de Hunosa parece en condiciones de seguir activo en 2019, aunque alguno podría superar el corte del año próximo. A la hullera asturiana tal vez le esperan otros cometidos en el sector.

En este diseño «nadaliano», el carbón a sacar alcanzará las 6 millones de toneladas, cifra que el Gobierno considera que España necesita de forma estable como reserva estratégica, una producción similar a la programada para este año. Y el personal para emprender estas labores, unos 1.800 trabajadores, 3.000 menos que ahora y a la vez una cifra similar al número de mineros afectados ya por despidos o regulaciones de empleo.

También podría producirse un vuelco en las concesiones y propiedades de minas. El sector es un hervidero de rumores sobre el futuro de las explotaciones de Victorino Alonso. Alberto Nadal, en el transcurso de su encuentro con los responsables de USO, sindicato añadido ahora a las negociaciones, habría dejado la puerta abierta a una nacionalización de sus minas o a una retirada de sus concesiones, con el fin de entregárselas después a otros empresarios, inversores o a la compañía estatal Hunosa. El paso se presenta políticamente difícil para un Gobierno conservador y técnicamente complicado por sus aspectos administrativos y jurídicos. Además, Alonso, sabedor de poseer las mejores minas, ha elevado la apuesta y anunció estar dispuesto a continuar su actividad empresarial después de 2019, incluso aunque tenga que devolver las ayudas cobradas hasta entonces.

El mapa diseñado por el brillante economista Alberto Nadal, licenciado en Ciencias Económicas y Empresariales por la Universidad Pontificia de Comillas, y Economista del Estado, encuentra un gran escollo. Las empresas eléctricas, las que tienen que comprar y quemar el carbón español, se muestran reticentes. En especial Endesa, en manos ahora de la italiana Enel. Nadal advirtió, en una reciente intervención en el Senado, de que «para la supervivencia del carbón en España es vital una eléctrica», en referencia a Endesa, a la que no citó, propietaria de las dos mayores centrales térmicas de España en Compostilla (León) y Andorra (Teruel). Y con la que reconoció serias dificultades de comunicación y entendimiento: «Con esta empresa, cuyo consejo de administración está fuera de nuestro país, las relaciones no siempre son todo lo fluidas que quisiéramos». Precisamente, Endesa acaba de presentar un recurso para que la Audiencia Nacional anule la obligación de comprar mineral autóctono, decretada por el Gobierno.

También habrá importantes cambios sociales y laborales. Se acabaron las prejubilaciones en la minería. Los excedentes del sector, los mineros afectados por el cierre de las explotaciones, deben irse a la cola del paro y buscarse un nuevo trabajo. Para la reactivación y para ayudarles a encontrarlo se incentivarán las contrataciones con el dinero que hasta entonces se destinaba a las minas clausuradas. Los fondos mineros han quedado enterrados en su propio fracaso.

Pero por encima de todo, para los empresarios, sindicalistas y alcaldes con quienes Alberto Nadal se ha reunido, lo más valorado es su talante, aunque la expresión sea poco «popular». A las reuniones llega con la lección aprendida, los oídos abiertos y ganas de buscar entendimientos, aunque sean difíciles, casi imposibles cuando se plantean cierres y recortes. «Sabe de lo que habla, conoce los problemas y dialoga, se muestra comprensivo con la difícil situación de las Cuencas, después ya veremos», coinciden alcaldes y sindicalistas. El responsable energético del Ejecutivo ha repetido hasta la saciedad que el objetivo del Gobierno «no es el de cerrar la minería del carbón, sino todo lo contrario. Queremos que la mayor parte de actividad pueda ir, incluso, más allá de 2018 y que consigamos una producción de carbón estable y permanente porque es el único combustible fósil que tenemos y tenemos que aprovecharlo al máximo porque además el mantenimiento del carbón es básico en algunos territorios de nuestro país». Incluso se ha mostrado optimista: «Podemos mantener y salvar del cierre una buena parte de nuestra minería, incluso más allá de 2018. Es nuestro objetivo, creemos que podemos hacerlo y vamos a hacer lo imposible para que así sea, aunque la normativa de la UE nos deja poco margen de maniobra, pero intentaremos aprovechar toda la que nos dé».

Sobre la mesa tiene la invitación de los alcaldes mineros para visitar las cuencas de Asturias y León. En su comparecencia en el Senado de la pasada semana, el secretario de Estado repitió en varias ocasiones que es muy consciente de la situación que están atravesando las comarcas mineras y la grandísima importancia que el carbón tiene en ellas». De sus decisiones dependerá si encuentra palmas.