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La Llamiella da frutos

Alumnos del colegio de Riaño laboran en sus huertos, cuya producción revierte en el centro y venden con una cooperativa

Un grupo de escolares del colegio La Llamiella de Riaño, en el huerto del centro. FERNANDO RODRÍGUEZ

El aprendizaje creativo da frutos abundantes en Riaño. El aula más apreciada por los escolares del colegio La Llamiella no tiene mesas, sillas ni pizarra. El suelo es tierra de cultivo y las paredes son los plásticos de invernadero. Estudiantes del centro langreano presentaron ayer en sociedad su programa educativo "Huertos escolares-comunales", una iniciativa que trata de estimular las capacidades de los alumnos al tiempo que fomenta el conocimiento del medio natural.

Estudiantes de sexto curso de primaria se encargaron de la presentación, que contó con la asistencia de representantes del Ayuntamiento, la Consejería de Educación y el movimiento vecinal y asociativo. A lo largo de la mañana se organizó una visita por los espacios de cultivo recuperados en el entorno del colegio (huertos, un semillero y un invernadero) y se mostraron los recursos que utilizan los escolares como mesas de cultivo, sistemas de riego, bancales o aperos de labranza.

"Plantamos un poco de todo: tomate, calabacín, patata... La prueba de hoy la hemos realizado con lechugas. Se elige un cultivo y se planta en condiciones distintas utilizando diferentes emplazamientos, al aire libre o en el invernadero, y diferentes sistemas de riego. La idea es ver donde crece mejor y más rápido para después cultivar allí", indicó Lucía Hernández, de 11 años, que se confiesa "encantada" con la experiencia de los huertos escolares. "Cuando sales al huerto te lo pasas muy bien. Nos divertimos y aprendemos a la vez y, además, estás en contacto con la naturaleza".

Rubén Rodríguez, de 11 años, también participó en las explicaciones. "Hemos repasado las técnicas de cultivo y algunos de los sistemas de riego que hay como el goteo, por inundación o por aspersión. Esta clase nos gusta mucho a todos; da mucha ilusión ver cómo crece un cultivo que tú has plantado".

El proyecto involucra a escolares, docentes e incluso familiares de los estudiantes, que también ponen su grano de arena. "Lo que se pretende con iniciativas como estas es fomentar la creatividad y el talento de los chavales a través de un aprendizaje activo; esto es mucho más que cultivar. Hay un proceso de experimentación previo", expone Beatriz Vigil, coordinadora de proyectos e innovación del colegio La Llamiella. El 60 por ciento de la producción revierte en la comunidad educativa y el 40 por ciento restante se vende a través de una cooperativa. Esos recursos se reinvierten en la propia cooperativa y sirven para que los alumnos de los próximos cursos sigan contando con buenos materiales.

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