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El futuro de los territorios carboneros

"Sin carbón, esto se muere", dicen los vecinos de Santa Lucía

El pueblo apenas tiene actualmente 200 habitantes, tras haber superado los dos mil durante el esplendor minero

Alfredo Escapa y Loli Alonso, en el bar de Santa Lucía. FERNANDO GEIJO

Los montes de la zona alta de León rezuman estos días una espectacular frondosidad, con un fértil color verde. "Ha llovido mucho últimamente, mucho más de lo normal por estas fechas", explican los vecinos de Santa Lucia. Pese a la coyuntural exuberancia natural, el sentir general en el municipio de Pola de Gordón es que el territorio está condenado a la desertización demográfica.

"Estamos en una situación crítica, dentro de poco no quedará nada y será muy difícil poder vivir aquí", opina Loli Alonso, natural de Ciñera, pero afincada en Santa Lucía desde hace más de treinta años: "Cuando me casé me vine al pueblo y no había una sola casa vacía, no encontrábamos donde vivir". Ahora eso no es una problema: "Casi todas las casas han quedado desocupadas, los jóvenes se han ido todos", apunta otra vecina. La explicación está a unos pocos kilómetros monte arriba.

Desde Santa Lucia se tarda poco más de cinco minutos en llegar a las instalaciones de la Hullera Vasco-Leonesa. Tras serpentear por una estrecha carretera que acaba convirtiéndose en una pista de tierra, aparece de pronto una paisaje casi lunar. Una gigantesca corta a cielo abierto rompe la montaña creando un muro vertical, yermo de vida, que se eleva unos 200 metros. A la izquierda, abajo, está el pozo Aurelio del Valle, donde ahora están encerrados cuatro mineros. Arriba, a la derecha, se ubica el Pozo Aurelio del Valle, para siempre marcado por el funesto accidente ocurrido en 2013, con seis trabajadores muertos. En sus años de esplendor, casi 3.000 mineros arrancaban carbón en este enclave. Los últimos 290 están a punto de colgar el casco. Cuando lo hagan, la minería de interior será historia en la zona.

"Los pueblos de los alrededores han vivido siempre del carbón, esto se ha muerto", apunta Alfredo Escapa, propietario de uno de los dos bares que siguen abiertos. "Cuando era crío había 17 bares", recuerda resignado. "No hace mucho se nos llevaba el local en los cambios de turno, pero ahora no viene nadie", lamenta mientras cruza una mirada aburrida con el único cliente que en ese momento hay en el establecimiento. Santa Lucia tiene hoy 200 vecinos. Llegó a sumar 2.000.

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