Barcelona, 1973: Un terrorista francés se infiltra en la sociedad barcelonesa con el propósito de desestabilizar el Estado tardofranquista. Barcelona, 2013: El personaje, cansado y frustrado, retorna a la Ciudad Condal para encontrarse con una realidad que no reconoce. Este es el punto de partida de la segunda novela del autor asturiano Toño Argüelles (Noreña, 1954), cuya presentación tuvo lugar en la mierense librería La Pilarica, con la colaboración del Club LA NUEVA ESPAÑA de las Cuencas.

La introducción del autor y su obra corrió a cargo de Marta Magadán, responsable de la editorial ovetense Septem, que calificó "Lobos Disecados" como "una novela negra social", destacando la originalidad del personaje creado por Argüelles, "un hombre solitario y su visión de una ciudad, Barcelona, en dos periodos distintos separados por cuarenta años".

Por su parte, Toño Argüelles, que reconoce haber abandonado su profesión médica para dedicarse en exclusiva a la escritura, explicó que para situar coherentemente la acción en dos períodos distintos tuvo que recopilar gran cantidad de información. "Mantenía el recuerdo de la Barcelona del 73, aquella ciudad entonces separada del mar, rodeada por un cinturón industrial en dificultades a causa de la crisis del petróleo. Pero recurrí a diversas bibliotecas y hemerotecas catalanas para recrear fielmente el escenario en el que se infiltra el personaje".

El autor recalcó que su propósito fue "hacer una interpretación sociológica, ajena a las candentes cuestiones políticas actuales, en la que se pone de relieve la evolución de Barcelona, que en cuarenta años ha sufrido un cambio enorme, hasta quedar convertida en una especie de parque temático del turismo". "Al final, desde la perspectiva del personaje principal se viene a cerrar el círculo de la transición, con un resultado completamente distinto al previsto en el 73, lo que le conduce al sentimiento de exclusión y a la reflexión sobre el sentido de sus motivaciones y actos del pasado" explicó Argüelles, que describe el presente como "un momento apasionante, inmersos en los turbulentos tiempos de una globalización incontrolada, una revolución industrial acelerada y una severa crisis económica y de valores". "Hace falta una mayor implicación general, principalmente de la juventud, para combatir tanto pesimismo e infelicidad. Perdimos el viejo sentido común tradicional, que deberíamos recuperar", lamenta el autor, cuya primera obra, "El año que nos comimos a una turista rubia", se situaba en la Asturias de los sesenta.

Finalmente, Toño Argüelles manifestó que "Asturias está haciendo un gran esfuerzo para incorporarse al futuro y ha de darse cuenta de que hoy sus grandes activos se encuentran en la universidad. Décadas atrás eran el carbón y el metal, pero hoy es el conocimiento". "El mercado literario asturiano es pequeño, por lo que resulta difícil hacerse un hueco. Hay excelentes autores, pero nos enfrentamos a un panorama en el que cada vez se lee menos", concluyó el autor.