Los acusados de apalear al novio de la expareja de uno de ellos en El Entrego entraron en la casa "sin malas intenciones", según ellos mismos afirmaron ayer, en el juicio celebrado en el Juzgado de lo Penal de Langreo. Eso sí, reconocieron haber "bebido" toda la noche y haberse "drogado" con cocaína y speed. Culparon a la supuesta víctima de iniciar la trifulca, cosa que él desmiente: "Vi entrar en la habitación a un hombre con un cuchillo y reaccioné" ante un arma que los acusados negaron portar. Lo cierto es que, cuando la Policía llegó, el joven agredido "estaba hecho un cristo, con grandes heridas en la cabeza y con todo el cuerpo contusionado". La Fiscalía mantiene su petición de 8 años de cárcel para cada uno de los dos acusados por delitos de allanamiento de morada, agresión y amenazas. La acusación particular eleva la pena a los 11 años por cabeza, mientras que las defensas de los acusados solicitan la libre absolución.

Los hechos se remontan al 12 de marzo de 2016. P. C., exnovio de C. C. A., estuvo todo el día y toda la noche, según declaró, bebiendo, comiendo y a partir de un momento dado, "drogándome". Por la noche se encontró con su amigo, J. B. Q. Pasadas las seis de la mañana, se acercaron a la zona donde había vivido con su exnovia, en La Revenga (El Entrego). Según su versión, se llevaban bien con ella y cultivaban la huerta junto a la casa. P. C. tiene una hija con la denunciante. Dijeron haber visto luz y querían comprobar si podía seguir la fiesta. Abrieron la puerta con una lleve que conservaba de la casa y, a partir de aquí, las versiones de acusados y de presuntas víctimas son completamente distintas. P. C. afirma que al entrar en la habitación S. M. R., novio de su expareja, "se me abalanzó encima". El amigo del acusado, J. B. Q., aseguró haberse quedado fuera hasta que la vio a ella "con un hacha".

La pareja dijo lo contrario. Que estaban durmiendo, que a ella la sobresaltó oír la llave porque "no sabía que la tenía" y él afirmó ver a "un hombre en la puerta de la habitación" con un cuchillo "que no era de la casa". "Reaccioné intentando reducirlo, logré quitarle el cuchillo y sujetarlo un momento", cuando "llegó el otro y al verlo acercarse, me protegí". Aquí empezó la paliza, "me pegaron en la cabeza, con puños", también con "una piedra" de adorno que había en la habitación, "perdí el conocimiento unos momentos, pero lo recuperé con un golpe contra una pared. Me arrojaron contra las paredes" en varias ocasiones. Ella reconoció haber cogido fuera de la casa "un hacha" para intentar parar la pelea, llegó a golpear a los supuestos agresores en la espalda con la parte roma del arma, que J. B. Q. acabó arrebatándole. Fue este el que pudo gritar, según los testimonios, un "vamos tío, vamos tío" para irse al ver el estado en el que estaba S. M. R. "Hecho un cristo", afirmaron los policías que llegaron tras la llamada de alarma de la joven.