Rioturbio es una vieja barriada minera levantada hace ya más de medio siglo y cuyo acontecer diario se asoma a la monotonía hasta ahora representada por los nombres de sus calles reflejados a través de letras correlativas del abecedario. En adelante, los vecinos ya no pasearán por la calle G, ni descansaran en los bancos de la calle I o de la P. Lo harán en las calles Gracia, Alegría, Paz o Ilusión.

Los niños del colegio de Rioturbio han cambiado el nombre de las calles del pueblo. A las mustias letras les han puesto apellido en forma de un sentimiento optimista y positivo. Una iniciativa que viene bien en un valle, como el de San Juan, que lleva lustros deprimido bajo el síndrome de reminiscencias de los años dorados de la minería. Una industria que sólo ha dejado recuerdos y escombreras. Los pequeños han desarrollado la iniciativa en el marco del programa nacional "Samsung Smart School", que tiene como principal objetivo ayudar a mejorar el proceso de enseñanza y aprendizaje a través de la integración de la tecnología en las aulas: "Este año el objetivo era hacer una transformación de los espacios educativos y lo han querido llevar fuera del centro", explicó Elena Díaz, manager de relaciones institucionales de Samsung. "Pensamos que el pueblo es en sí mismo un espacio educativo y como estábamos trabajando con los sentimientos decidimos dar un pequeño empujón a los niños para que se animasen a proponer un cambio en el callejero", matizó Fernando Fernández, director del centro. "Al final se van cambiar todas las placas. Nos parece muy positivo implicar a los más pequeños en temas sociales", apuntó el vicealcalde, Manuel Ángel Álvarez. "Esta iniciativa nos parece espectacular, humanizando el lugar y con repercusión en el entorno", destacó el director general de Innovación Educativa, Francisco Laviana.

El colegio de Rioturbio forma parte de los 32 centros públicos españoles integrados en el programa "Samsung Smart School": "Es un de los centros que mejores resultados está obteniendo", destacó Elena Díaz. Denis Álvarez y Javier González son dos de los alumnos que han participado en el cambio de los nombres de las calles: "Nos gusta que ahora se relacionen con sentimientos positivos que nos pueden alegrar el día", indicaron los jóvenes.