Hace frío en el cementerio de Mieres, tan cerca del río, y por eso María Teresa Argüelles lleva el abrigo de lana abrochado hasta el cuello. Deja un ramo de claveles al pie de un nicho y mira otra placa. Una orquídea blanca al lado de la inscripción: Raúl Luengo, 1978-1988. "Era mi ahijado, lo atropelló un coche", dice.

Es el día de Todos los Santos, pero también el de todos los recuerdos. De los más bonitos y de los que más duelen. Una jornada para acordarse, aún más, de los que ya no están. Los cementerios de las Cuencas se llenaron ayer de flores, de visitas y de rezos. También de atascos en los accesos, que estuvieron regulados por agentes de la Policía Local durante las horas centrales del día.

María Teresa Argüelles acude cada año, en torno al mediodía, a llevar flores a sus familiares. "Me acuerdo todos los días, claro, pero creo que esta tradición es bonita y tenemos que mantenerla. Hoy es una fecha especial", dice. Está muy emocionada. Con 84 años, asegura que "cuanto más tiempo pasa, más recuerdos tengo y más se me cogen aquí (señala al pecho)".

Hay penas que, aunque se aprenden a llevar, nunca pasan. Como la de Asunción Vázquez, que visita a menudo las sepulturas de su marido y su hijo. Hace nueve años que no están: "A pesar del dolor, creo que la fiesta de Todos los Santos tiene que mantenerse. Yo vengo siempre, aunque marcho peor de lo que llego". "Me da pena porque los jóvenes ahora prefieren ir de puente, o no venir. Me daría mucha pena que se perdiera esta tradición, yo creo que es bonita".

Los accesos a los cementerios dejaron claro ayer que la supresión de la cita, si llega, está muy lejos. En las carreteras a los camposantos de Nalón y Caudal hubo atascos en momentos puntuales. Agentes de la Policía Local tuvieron que regular el tráfico y los servicios sanitarios estuvieron atentos. De hecho, en Pando, una persona tuvo que ser trasladada en ambulancia tras sufrir una lipotimia en el camposanto, según informaron ayer fuentes oficiales. Aparcar en las inmediaciones de los cementerios era imposible.

A Carmen e Isabel Madueña, dos hermanas de Mieres (aunque la segunda vive en Oviedo), las esperaban sus maridos para ir caminando hasta el coche. Visitan a menudo a sus familiares, porque "esto no es cosa de un día. La tradición dice que vengamos hoy, y claro que venimos todos los años, pero también venimos a traerles flores cuando no es Todos los Santos". Llevan ramos a su madre, que murió hace 18 años, y a su padre, fallecido en 2005. "Aprendes a vivir sin ellos, pero todos los días hay algo que te los recuerda. Hoy es una fecha muy especial, están presentes a todas horas". Dejan las flores: "Hola papa, hola mama". Los sienten un poco más cerca.