"Yo lo único que quiero es que me deje tranquila". Lo dijo ayer, con la voz entrecortada, J. F. P. Es una joven de veinte años. Su exnovio, L. R. S. -de 29 años-, publicó fotos suyas desnuda a un perfil de "Instagram" falso. Ella no se las había mandado, se las había hecho en un momento de intimidad. Cuando ya estaba encausado por este delito contra la privacidad, y a punto de entrar en prisión por otros hechos relacionados con violencia de género, presuntamente la volvió a amenazar con publicar la foto otra vez y quebrantó la orden de alejamiento que la protegía.

L. R. S. llegó ayer en un coche policial al juzgado de lo Penal número 1 de Langreo, desde la cárcel de Asturias, para los dos juicios: por la publicación de las fotos y por el posterior quebrantamiento y posibles amenazas. Entró a la sala sonriente. Para el primero hubo un acuerdo por el que el hombre tendrá que pagar 1.690 euros de multa, a razón de seis euros diarios durante nueve meses, y 31 días de trabajo comunitario por la comisión de un delito de revelación de secretos. El segundo sí se celebró.

L. R. S., que vivía en Gijón con su madre hasta que ingresó en prisión, es reincidente. Se han dictado ya órdenes de alejamiento, al menos, para proteger a cuatro de sus exparejas. El primer juicio estaba señalado para las 10.30 horas, pero la abogada de la acusación particular y el letrado de la defensa llegaron a un acuerdo. L. R. S. admitió haber publicado las fotos de su expareja, sin su consentimiento, en un perfil falso que creó a nombre de ella. Eran unas imágenes que habían sido tomadas durante la relación de pareja y, según ha podido saber este diario, ella tenía la cara totalmente descubierta (por lo que era totalmente reconocible) al menos en una de las fotografías. Aceptó el delito contra la intimidad y la sentencia fue firme: la multa y los trabajos comunitarios.

Con esta sentencia sobre la mesa, L. R. S. llegó al segundo juicio y se contradijo. Afirmó que tiene trastornos neuróticos que impedían recordar si había una orden de alejamiento dictada. También que él y J. F. P. tenían solo "una relación física, no sentimental". Extremo que rebatieron la Fiscalía, la acusación particular -en base a la sentencia en el proceso anterior- y la propia víctima, que declaró tras un biombo. Explicó que fueron novios durante tres años, estuvieron viviendo juntos tres meses. Las fotos eran suyas, en la bañera y desnuda. Tras la ruptura, L. R. S. "siempre me intentaba hablar, cualquier excusa era buena para él".

Después de haber publicado esas imágenes, y con una orden de alejamiento cautelar dictada (que le impedía acercarse a más de 200 metros de ella y contactar con ella), él le escribió a través del servicio de mensajería de Facebook. Le pidió una foto de una perrita que había sido del hermano del acusado, que luego se quedó en casa de J. F. P.

Le envió muchos mensajes en los que aseguraba que solo quería ver a la perra y que, luego, "la dejaría en paz". Al no responder ella, él cambió el tono. En uno de los mensajes le decía que "cambiaría al Plan B", y aseguraba que "ella tenía más que perder que él en el 'Dropbox' (servicio de almacenamiento de datos y archivos)", dejando entrever que volvería a publicar una foto íntima. Lo hizo unas horas antes de entrar en la cárcel por una condena anterior, según fuentes oficiales relacionada con violencia de género.

El acusado defendió que su hermano tiene sus contraseñas de Facebook. Extremo que se negó desde la acusación particular ante la declaración de la víctima, que dejó claro que L. R. S. no tenía relación con su hermano. La defensa interrogó a un agente de la Policía Nacional, que declaró que la investigación se ciñó a revisar el perfil desde el que habían llegado los mensajes: "Había publicaciones antiguas de (el acusado), de años anteriores". No era, por tanto, un perfil falso. La letrada de la defensa -del turno de oficio- destacó que no se llevó a cabo una investigación de la dirección IP, ni se solicitó información a Facebook para saber quién había abierto esa cuenta.

En base a que "no existen suficientes indicios para vulnerar la presunción de inocencia", pidió para su defendido la libre absolución. La Fiscalía reclama para L. R. S. una condena de un año de prisión por el quebrantamiento de la orden de alejamiento. La acusación particular eleva la petición hasta los dos años: uno por el quebrantamiento y otro por la amenaza de volver a publicar la foto. El caso quedó visto para sentencia.