La Navidad llegó este año a casa de José Manuel Rodríguez el 11 de noviembre. Ese día comenzó a instalar el belén que cada diciembre, desde hace más de medio siglo, cobra vida en el porche de su vivienda en La Felguera. "El año pasado los acabé en Nochebuena; no quería que esta vez me cogiera el toro", explica. Un mes después de empezar a prepararlo (cada año cambia la disposición de la estructura) el nacimiento vio la luz. En sentido literal. Más de 130 bombillas y 20 estrellas, repartidas gracias a 500 metros de cable y 60 enchufes, forman parte de los efectos de luz y sonido de un belén que recrea el ciclo de un día, desde el amanecer hasta el ocaso, y simula toda una atmósfera acústica, que incluye desde el canto del gallo y de los pájaros hasta el llanto del Niño Jesús. Tampoco falta la gaita para darle un toque asturiano.

El nacimiento está compuesto por cincuenta casas, dos castillos, tres norias, un río, dos cascadas, cuatro molinos y dos fuentes, así como 66 figuras humanas y 48 más de animales que Rodríguez -ingeniero de Duro Felguera jubilado- coloca con mimo. "Me gusta prestar atención a los detalles, como tratar de ocultar las peanas para que solo se vean los pies de las figuras". Algunas de ellas, las más caras, rondan los cien euros: "Son de barro y están pintadas a mano y los ropajes son telas de verdad".

El principal reto al que se enfrenta Rodríguez cada año es configurar todo el entramado eléctrico y "dar perspectiva al conjunto porque el espacio que tengo es limitado", apenas cuatro metros. También debe prestar especial atención a la instalación del río "para evitar fugas de agua y esas cosas". Su móvil echa humo estos días con mensajes de amigos que quieren pasarse a ver el belén. "Todos los años digo que es el último, pero acabo montándolo otra vez. Me da pena dejarlo", concluye.