José Manuel García Rodríguez nunca tuvo dudas sobre dónde debía posicionarse en la vida. Siempre lo hizo al lado del más débil, ya fuera en un corte de carretera vecinal, organizando envíos de ropa a África, gestionando realojos tras una inundación o llevando en su coche particular a un feligrés enfermo al centro de salud. Esa vida, que se apagó el domingo a los 91 años de edad, fue un ejemplo de compromiso, coraje y generosidad, como bien pueden atestiguar los vecinos de Barros.

García fue párroco del distrito langreano desde 1961 hasta 2007, año en el que dejó su labor pastoral por motivos de salud y se fue a vivir a la Casa Sacerdotal de Oviedo, atendido por su hermana Teresa, con la que siempre había convivido. El alzhéimer se llevó muchos de sus recuerdos, atesorados en casi medio siglo al servicio de Barros, pero no borrará nunca la profunda huella dejada entre sus habitantes, que en octubre de 2007 le brindaron un homenaje sorpresa como despedida. "Es más que un sacerdote; es un vecino y un amigo ejemplar que siempre ha ayudado a la gente", resumían entonces.

Los pozaricos podrán hoy dar su último adiós a García, antes de que su cuerpo reciba sepultura en el cementerio parroquial de Piñeres (Aller), su localidad natal. Los restos mortales del sacerdote fallecido llegarán a la iglesia de Santa María Magdalena de Barros sobre las doce de la mañana y estarán en el templo langreano hasta las cuatro de la tarde. Posteriormente, a las cinco, se celebrará el funeral en la iglesia parroquial de San Pedro de Piñeres, presidido por el Arzobispo de Oviedo, Jesús Sanz. Para ser enterrado en el cementerio parroquial.

El coraje, la generosidad y el compromiso social son algunas de las cualidades más sobresalientes de un peculiar sacerdote que nació un 29 de febrero de 1928, en una casa de labranza de Piñeres, en Aller. Era hijo de minero y el mayor de cuatro hermanos que ingresó en el Seminario por influencia de su tío, también cura, en parte por vocación y en parte por el deseo de "huir de la fesoria", contaba. En el Seminario desarrolló una pasión por la mecánica y la electricidad que ha mantenido a lo largo de toda su vida. Tras ser ordenado sacerdote, en 1952, fue destinado a las parroquias de Moreda y Las Segadas. Una década después obtuvo por concurso la plaza de párroco en Barros.

Era un cura pegado a la calle y a sus feligreses. Popularizó una peculiar hoja parroquial en la que pese a las limitaciones de espacio, tenía muchos de los elementos de un periódico convencional. Escribía con libertad y espíritu crítico sin dejar de lado ningún tema escabroso o conflictivo que afectase a Barros o a la comarca del Nalón. García, celoso guardián de su faceta de cronista oficial de Barros, guardaba los casi mil números de la hoja parroquial cuidadosamente encuadernados. También desde 2002 a 2007 fue colaborador dominical de LA NUEVA ESPAÑA.

El cura exhibía una solidaridad espontánea. No hacía falta pedirle ayuda, sino que actuaba de oficio. Ya fuese para enmendarle la plana a un consejero de Infraestructuras o para llevar al centro de salud a un vecino en su coche particular. La labor del sacerdote fue especialmente significativa en la inundaciones sufridas por Barros en 1980 -gestionando indemnizaciones y realojos- y en los periódicos envíos de ropa a países necesitados, organizados por otra pozarica solidaria, Enma Susacasa. Además, la tarea que realizaba en la catequesis fue ensalzada por sus superiores en más de una visita pastoral.

Los conflictos sociales tampoco eran desoídos por el cura de Barros. Su papel, junto al de otros sacerdotes del Valle, fue muy importante para mediar en el conflicto de Duro- Felguera y poner fin a la huelga de hambre de un grupo de obreros en 1994. La demanda de equipamientos para Barros o la protesta vecinal contra el desdoblamiento del Corredor, que dividió en dos el distrito langreano, también encontró respuesta y colaboración en el párroco. Y es que García sostenía que los curas deberían llevar un cartel de servicio público "como los taxis" para que la gente sepa que están ahí para ayudar.

El sacerdote, que hizo iglesia con su actitud de compromiso hacia los demás, siempre estuvo junto a los más necesitados.