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El cierre al ralentí de la térmica de Lada

La central, que vuelve a funcionar, lleva dos años esperando por el permiso de clausura l España podría recibir más ayudas de la UE con ella abierta

La central térmica de Lada, esta semana, aún en funcionamiento. L. M. D.

Un cierre al ralentí. Así puede describirse el proceso de clausura de la central térmica de Lada, propiedad de la empresa eléctrica Iberdrola, que más de dos años después de solicitar el permiso de cierre de las instalaciones al Gobierno central, aún carece de esta notificación. Es más: la térmica lleva unas semanas funcionando con normalidad, quemando las existencias de carbón que quedaban en su parcela, además de mineral procedente del puerto gijonés de El Musel. Aún queda "stock" de mineral para varias semanas más.

Hay dos motivos que parecen estar detrás de la tardanza en la decisión de otorgar el permiso de cierre. Uno, la ausencia de un plan alternativo para mitigar el impacto económico que traería consigo esta clausura. El segundo es más estratégico: la cuantía que la UE destinará finalmente a las regiones afectadas por la descarbonización depende, en buena parte, de las instalaciones relacionadas con esta energía fósil que siguen abiertas. Así, el cierre de pozos de carbón en los últimos años, junto con las térmicas ya clausuradas, no hizo más que restar puntos a España en la competencia por estas ayudas. De momento, y hasta que se repartan, para el país es positivo que el pozo Nicolasa continúe extrayendo minera, siendo una excepción dentro de la minería estatal -que cerró en su totalidad, menos este pozo, a finales de 2018-. También que siga habiendo térmicas que funcionen con carbón. Al menos, hasta que el reparto de estas ayudas sea definitivo.

Con las restricciones ambientales de la UE, las térmicas que no llevasen a cabo una actualización de sus instalaciones para reducir las emisiones contaminantes, como es el caso de las asturianas, verían su actividad limitada a 1.500 horas (62 días y medio) de funcionamiento máximo al año.

En la misma situación que la térmica de Lada se encuentra otra central de la empresa Iberdrola, la de Velilla del Río Carrión, en Palencia. La compañía solicitó el permiso de cierre al mismo tiempo, en noviembre de 2017, en "línea con su estrategia de negocio y compromiso sostenible". Se trata de las dos únicas centrales de carbón que explota en el mundo, "una fuente de energía que representa solo el 1,7 por ciento de la capacidad total del grupo a septiembre de 2019 y el 0,3 por ciento de la producción eléctrica en el mismo período".

Los dos complejo termoeléctricos de Asturias y Palencia que Iberdrola pretende cerrar suman una potencia de 874 MW. En la actualidad, la firma vasca estudia inversiones en renovables en ambas regiones, que por el momento no se han concretado. Unas sesenta personas integran la plantilla de la central térmica de Lada. Todos ellos serán recolocados en otros centros de trabajo. Parte del personal trabajará antes en el desmantelamiento de la térmica langreana. La estimación es que estas labores se prolonguen durante un plazo de cuatro años.

El plan de Iberdrola, una vez que reciba el permiso para cerrar, es completar el desmontaje de la instalación y acometer una "mejora paisajística" en la zona, en la que quedará liberada una extensión de 264.000 metros cuadrados. La firma invertirá 35 millones en desmantelar las dos instalaciones de Asturias y Palencia. Un poco menos de la mitad corresponderá a Lada. En los últimos años la empresa había desembolsado unos 115 millones para reducir las emisiones de su complejo de Langreo.

Desde el Gobierno del Principado se había planteado a Iberdrola la posibilidad de que las instalaciones langreanas pudieran acoger una planta de aerogeneradores marinos. Un sector en el que la compañía de origen vasco es un referente internacional. Sin embargo, el presidente de Iberdrola, Ignacio Galán, respondió que la compañía ya fabrica este tipo de equipos en la región con sus pedidos a empresas ubicadas en Asturias, como Windar (aerogeneradores) e Hiasa (paneles fotovoltaicos).

El consejero de Industria, Enrique Fernández, ya dijo que los proyectos que reclaman a Iberdrola y Naturgy -dueña de la central de Soto de la Barca, en Tineo- "no son satisfactorios" porque en ninguno de los dos casos se reemplaza la actividad económica y el empleo que generaban las térmicas.

Desde que Iberdrola dio a conocer sus planes para Lada, la plantilla de la central no ha hecho más que menguar. En 2017 había un total de 164 personas, de las cuales 97 eran empleados de Iberdrola, 45 de mantenimiento y 22 de servicios. Ahora son 104 los trabajadores en la factoría: 59 de la eléctrica vasca, 30 en tareas de mantenimiento y 15, en servicios.

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