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Los osos asturianos son los más golosos

La mayoría de los daños de los plantígrados de la Cordillera se causan a colmenas y escasean los ataques al ganado, habituales en los Pirineos

Un oso en los montes de Cangas del Narcea. | Miki López

Los osos que viven en la Cordillera cantábrica son los más golosos. Investigadores del campus de Mieres han determinado que la mayor parte de los ataques de los plantígrados de la zona a la actividad humana se producen a colmenas. Son menos frecuentes los ataques a frutales y todavía escasean más los que se producen al ganado, que sí son más habituales en los Pirineos. El progresivo aumento de la población osera en la Cordillera puede ir acompañado del incremento de daños. Sin embargo, esta tendencia puede cambiar si se adoptan medidas de prevención. También es importante el estudio de los factores que implican esta situación y ahí se encuentra el Grupo de Investigación del Oso Pardo Cantábrico (www.cantabrianbrownbear.org), que pertenece a la Unidad Mixta de Investigación en Biodiversidad (UMIB), con sede en el edificio de investigación del campus de Mieres.

El grupo acaba de publicar un artículo denominado “Estacionalidad, recursos locales y factores ambientales patrones de influencia de los daños del oso pardo: implicaciones para la administración” en la prestigiosa revista de divulgación científica “Journal of zoology”. En la publicación dan cuenta de que el otoño es una de las épocas donde se producen más daños, así como de los diferentes factores que hay que tener en cuenta para conocer por qué se producen.

El artículo está firmado por Alejandra Zarzo-Arias, Vincenzo Penteriani, María del Mar Delgado, Santiago Palazón, Iván Alfonso Jordana, Giulia Bombieri, Enrique González-Bernardo, Andrés Ordiz, Chiara Bettega y Rodrigo García-González y ha sido posible gracias a la colaboración del Principado y la Junta de Castilla y León, que les han facilitado todas las bases de datos, esto supone varias décadas de información sobre los daños de oso en la Cordillera cantábrica.

Explica Penteriani que esta zona “es un ambiente altamente humanizado, donde la población de osos parece estar aumentando. En este escenario, es importante poder tener todo los conocimientos para favorecer la coexistencia entre la actividad humana y la población de osos”. Aquí se enmarcan los conflictos que se pueden crear entre humanos y osos, “y uno de los principales conflictos es cuando los osos crean daños en la actividad humana”.

Se trata, según apunta el investigador, “de un trabajo largo y complejo, el primero, sobre los patrones espaciales y temporales sobre daños de oso en colmenas, actividad agrícola (frutales) y ganado, que son las tres actividades principales que pueden entrar en conflicto con la presencia del oso”. Hay que hacer hincapié en que, si se pagan los daños, “puedes aliviar los conflictos, pero independientemente de que se paguen, es importante reducirlos, porque supone un menor desembolso económico”.

Los principales resultados del estudio dan cuenta de que los daños más importantes son los colmenares. “Sobre todo en otoño, que es la hiperfagia cuando los osos buscan más comida para aumentar de peso y pasar el invierno”, afirma Penteriani. También en esta época aumentan los daños en la agricultura y la ganadería. Esto ocurre “cuando hay escasez de comida natural, que fluctúa a lo largo de los años”. Por eso, “saber que los osos en hiperfagia pueden usar recursos humanos hace que en este periodo haya que intensificar el control y medidas de prevención para reducir los daños”. Explica también el investigador que “los ataques a ganado son muy escasos en la Cordillera cantábrica, eso se da más en los Pirineos”.

Los patrones de daños son mucho más complejos “porque dependen de la inclusión de varios factores y su combinación determina que el oso use recursos humanos”. Las alteraciones climáticas son una de ellas. “Los daños a colmenas y ganado dependen bastante de las condiciones climáticas, sobre todo de la temperatura media anual y la temperatura entre abril y agosto, probablemente porque si es muy baja, afecta a la polinización y reduce la población de frutos con lo que hay escasez de alimento en el bosque y puede darse el daño a la actividad humana”.

Eso sí, “también en años de producción muy alta de manzanas y cerezas pueden aumentan los daños a colmenares y árboles, y eso es porque al haber tanta fruta, los osos se acercan más a las zonas humanas y a las colmenas”.

Como conclusión, el investigador explica que “el conocimiento y las posibilidades de prevención de los daños es fundamental para reducir los conflictos entre personas y osos en la cordillera, favorecer la coexistencia entre ellos, que es buena y puede mejorarse”. El trabajo también sugiere la posibilidad de que hay que aumentar el número de informaciones científicas sobre este problema, “porque es muy complejo y hay que tener en cuenta muchas variables si queremos tener una base real y útil para la conservación del oso pardo en la Cordillera”.

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