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Así trabajan en la fábrica de mascarillas de MorcínAndrés Velasco

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La planta de mascarillas de Morcín llega a 25 empleos tras un año en funcionamiento

Fortia, que nació en plena pandemia para garantizar el suministro, pide a la administración que priorice el compromiso social al precio del producto

“Si queremos mantener esta fábrica, y sus 25 empleos en Morcín y en Asturias, es necesario el apoyo de todos”. Así de claro se mostró ayer Carlos Paniceres, uno de los empresarios que fundó hace un año Fortia Seguridad y Salud, una compañía dedicada a la fabricación de mascarillas y que se instaló en el polígono morciniego de Argame. Casi un año después de ponerse en marcha, ayer se produjo la inauguración oficial de la planta, en la que el mensaje fue claro: “La ley de contratos del Estado permite que haya cláusulas sociales, y no tiene sentido que se nos anime a sacar adelante este proyecto para luego ir a mercados internacionales a comprar la mascarilla un céntimo más barata”.

Paniceres fue el portavoz de los tres empresarios que se embarcaron “en esta difícil aventura”. Un camino que comenzó cuando el Principado y el Gobierno central animaban a fundar empresas que permitieran al país evitar la dependencia de mercados internacionales a la hora de abastecerse de mascarillas. El empresario asturiano fue nítido en su demanda: “En muchas ocasiones el mercado no responde a esas expectativas con las que nacimos y nos impulsaron, y a veces esto se convierte en una subasta por obtener en material más barato sin importar la calidad”. En esta línea, reclamó a las administraciones “un mayor compromiso, ya que la Ley de Contratos del Estado permite que haya cláusulas sociales que nos ayuden a poder mantener esta fábrica”.

En la inauguración estuvo presente el Consejero de Industria del Principado, Enrique Fernández, que ensalzó la labor de Fortia. “Esta planta se puso en marcha en los momentos más críticos de la pandemia, cuando tanto los usuarios como las empresas sufrimos un desabastecimiento generalizado de mascarillas”. “Retrotraerse a lo que en aquel momento fue tan crítico es lo que le da relevancia a esta instalación”, dijo, para recordar que “en aquel momento planteamos la necesidad imperiosa de tener capacidades industriales para la fabricación de estos productos en España”.

Paniceres explica a Fernández como funciona una de las máquinas de producción. Sobre estas líneas, un operario procede al empaquetado de mascarillas. En el círculo, el proceso de impresión del producto. | A. Velasco

Puso Enrique Fernández sobre la mesa el concepto de “resiliencia”. “Necesitamos tener la capacidad de producir este tipo de productos para no sufrir desabastecimiento por la dependencia de los mercados internacionales”, indicó, para calificar el proyecto como “redondo”, en base a que no solo se garantiza la existencia de stock, sino que la empresa también supone un centro especial de empleo para personas discapacitadas, y además está ubicada en un concejo minero, como Morcín, algo que también había destacado Paniceres para poner en valor los compromisos sociales y territoriales de la firma.

El alcalde de Morcín, Mino García, también quiso destacar la presencia de esta fábrica en el municipio y reclamar a las administraciones más implicación. “Cuando les pedimos compromisos a los empresarios, la administración también debe de tenerlos con los mecanismos que tiene a su alcance”, dijo.

La fábrica puede producir 160.000 equipos al día, para el 15% de los asturianos

Nació al albor de una pandemia, y gestada por tres empresarios a los que desde la administración se les pidió un esfuerzo y un compromiso con Asturias. Así lo hicieron. Aunque actualmente no funciona al cien por cien de su capacidad, la planta que Fortia Seguridad y Salud ha instalado en el polígono de Argame tiene la capacidad de producir 160.000 mascarillas al día, una producción que serviría para cubrir la boca y nariz del 15 por ciento de la población del Principado. En concreto, la capacidad de fabricación es de 100.000 mascarillas quirúrgicas y otras 60.000 del modelo FFP2. En total, desde su puesta en marcha en agosto pasado, ya se han fabricado más de siete millones de equipos de protección individual. La planta de Argame es también un centro especial de empleo, que da trabajo a personas con ciertos grados de discapacidad. En concreto, ahora mismo hay algo más de una veintena de trabajadores, ya que según explicó Carlos Paniceres, portavoz de los empresarios fundadores de la empresa, la plantilla se ajusta a la demanda del mercado. En picos de producción, la compañía ha llegado a sumar hasta 32 operarios trabajando a tres turnos en la nave ubicada en Morcín. Tanto Carlos Paniceres como el Consejero de Industria, Enrique Fernández, defendieron el futuro de la planta más allá de la posible retirada de la obligatoriedad del tapabocas. “Se han comprobado los beneficios de la mascarilla más allá de la pandemia, y seguro que mucha gente la seguirá usando, más allá de que también en el sector empresarial, además de en el sanitario, hay compañías que la requieren”, indicó el Consejero.


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