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La amenaza de la Guerra Civil pervive en las bombas sin detonar: “Son un peligro"

Los expertos advierten del alto riesgo que supone manipular los proyectiles que aparecen en el monte: “Cuanto más antiguos, peor”

Aller, Lena y Caso. Por la izquierda, una granada localizada esta semana en Aller. En los últimos meses son numerosos los hallazgos. En el centro, un grupo de montañeros observan un mortero encontrado en la estación de Pajares. A la derecha, el estado en el que quedó el pueblo casín de Tarna al final de la guerra civil. | LNE / Biblioteca Nacional

Los primeros meses de la Guerra Civil (1936-1939) en Asturias dejaron violentos combates en el llamado Frente de los Puertos. Los avances y contraataques fueron una constante durante la primera mitad de 1937, concretamente hasta el otoño. Republicanos y sublevados lucharon sin cuartel en los montes de San Isidro, Tarna y Pajares. Un sembrado de munición y proyectiles sin explotar ha quedado como recordatorio de aquellos meses bélicos. El problema es que los bombardeos realizados hace más de 80 años siguen siendo una amenaza actualmente. “Este armamento es muy peligroso, mucho más que el moderno. Manipularlo es una temeridad”, explica Artemio Mortera, presidente de la Asociación para la Recuperación de la Arquitectura Militar Asturiana (ARAMA)

Artemio Mortera, en una fortificación del cerco de Oviedo.

Los trabajadores de la estación de esquí de Valgrande-Pajares encontraron el mes pasado un artefacto sin explotar de la Guerra Civil cuando se encontraban haciendo labores de mantenimiento en la pista de bicicleta de montaña. Poco antes, en julio, un vecino de Pola del Pino, en Aller, había encontrado una granada mientras realizada labores de desbroce en una finca. Jesús Vinagre, un vecino de Agüeria, se encontró en idéntica situación esta misma semana. Esta claro que el hallazgo de armamento de la Guerra Civil en los montes de la zona central de la Cordillera tiene carácter de cotidianidad, pero cuesta creer hasta que punto es frecuente.

La amenaza de la Guerra Civil pervive en las bombas sin detonar: “Son un peligro”

“Se puede decir que todos los días aparece algún proyectil. Los equipos de desactivación de la Guardia Civil y de la Policía Nacional atienden llamadas constantemente”, destaca Artemio Mortera sin mostrar inquietud. Este respetado experto, no obstante, advierte de que no se debe menospreciar el peligro que entraña la numerosa presencia de armamento sin explotar. “Cuanto más antiguo sea el proyectil más peligroso es en potencia. La exposición al sol puede facilitar filtraciones del ácido y, en general, este tipo de equipos se comporta de forma imprevisible, lo que lo hace por tanto más peligroso”. Artemio Mortera no oculta el riesgo: “Si la carga está intacta, el riesgo de explosión es alto y hay que avisar de inmediato a los Tedax (Técnicos Especialistas en Desactivación de Artefactos Explosivos)”.

La amenaza de la Guerra Civil pervive en las bombas sin detonar: “Son un peligro”

Obuses y granadas de mortero son posiblemente los proyectiles que ganaderos y montañeros encuentran más frecuentemente. Las segundas fueron muy utilizadas por las tropas republicanas cuando intentaron, sin éxito, frenar a finales del verano de 1937 el avance del ejército golpista. “Estos soldados solían tener muy poca instrucción militar y, en muchas ocasiones, lanzaban los proyectiles sin quitar el seguro. De esta forma muchas granadas quedaban sin detonar”, explican los expertos consultados por este diario. Así, el frecuente encontrar en Pajares, por ejemplo, proyectiles de artillería de medio metro de longitud y un calibre de 105 milímetros: “Estos proyectiles explosionan por contacto y si no impactan en el suelo con la punta pueden perfectamente quedar intactos”.

En Pajares es muy habitual encontrar proyectiles de la Guerra Civil. En la propia estación invernal se vienen detonando obuses casi anualmente. Es la herencia de un frente bélico que se mantuvo violentamente activo durante algo más de dos semanas a lo largo de septiembre de 1937. La ofensiva contra Asturias tuvo dos puntas de lanza. Un avance se hizo por Llanes y el otro por Pajares. Los llamados nacionales desplazaron tres divisiones desde Galicia al mando del general Aranda Mata. Al intentar hacer brecha por el centro de la Cordillera encontraron gran resistencia por parte de las tropas republicanas: “Hay que tener en cuenta que este enclave también tenía un gran valor estratégico debido al ferrocarril”, señala el historiador Ernesto Burgos. Tras 15 días de cruentas batallas, los últimos reductos republicanos quedaron aislados en Peñalaza y Cueto Negro: “Allí fueron masacrados, con combates crueles incluso cuerpo a cuerpo”, destacan los historiadores que han reconstruido lo sucedido en el entorno de Pajares.

La escarpada orografía y las frecuentes tormentas que hostigan la Cordillera contribuyeron en su momento a ocultar las armas fallidas, pero ahora también contribuyen a dispararlas hacia la superficie. “Habitualmente mucho de este armamento queda desenterrado con las lluvias fuertes, que hacen que la corriente del agua arrastre mucha tierra en amplias franjas de terreno”, apunta Artemio Mortera.

En los montes de las Cuencas no sólo se encuentran con frecuencia proyectiles relativamente pequeños. Es frecuente el hallazgo de armamento de tanques. Han aparecido proyectiles de más de 50 kilogramos de peso y con carga. Grandes o más pequeños, se trata de una presencia que debería generar de inmediato inquietud. Los especialistas consultados por este diario explicaron que estos proyectiles no explotan, pero sí detonan. Una puntualización técnica que, a efectos prácticos, no establece demasiadas diferencias. “La gente debe entender que son muy peligrosos y quien los encuentre debe limitarse a dar la alarma. A partir de ahí serán los técnicos quienes decidan sin debe detonarse en el lugar o puede ser trasladado”, remarca Mortera. Quien tenga curiosidad por este tipo de armamento, mucho de los proyectiles encontrados a lo largo de los años se custodian en el Museo de la Guerra Civil de Grado.

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