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El matadero que palpita en Mieres: el macelo sacrifica 4.000 animales al mes cuya carne vende en toda España

El complejo de Sueros, “de los más modernos de Europa”, da servicio a multinacionales y a carnicerías de todo el país

La sala de custodia de los animales en canal. FERNANDO RODRIGUEZ

En el matadero de Mieres sacrifican unos 2.500 cerdos al mes, a lo que se suman alrededor de 800 vacas, 200 caballos y 600 cabezas entre ovino y caprino. Llama la atención, bajo el impacto inicial de estas cifras, que al acceder fuera de jornada a una de las salas del complejo no se tiene la sensación de estar en un espacio destinado al sacrificio animal. Encontrar una gota de sangre resulta una estéril tarea. “El bienestar animal es actualmente una prioridad. Nosotros nos adelantamos a las demandas normativas hace cinco años con la instalación de equipos de cámaras de vigilancia. Los animales ni tan siquiera tiene contacto visual con el procedimiento y los equipamientos actuales, como el box de aturdido, están diseñados para evitar movimientos bruscos y sufrimientos innecesarios”. Lo explica Álvaro Cuervo, responsable de calidad del macelo. Lo hace mientras tamborilea con los dedos de una mano sobre una carpeta. Sonríe al percatarse de la extrañeza: “Es que pusimos hilo musical para calmar a los animales. Fue una idea de Rubén del Busto, el gerente”.

El macelo de Mieres cumple 30 años desde su privatización en 1992. En este tiempo el complejo ha crecido y, sobre todo, se han modernizado. El matadero colabora con empresas tecnologías (Sueve Biotech) en proyectos de economía circular, aportando sangre animal para el desarrollo de líneas de investigación enfocadas al desarrollo de fertilizantes y productos destinados a la industria farmacéutica. Además, firmas internacionales del calibre de Heinz y Danone han certificado al macelo mierense como colaborador autorizado: “Sin duda son acuerdos importantes que ratifican el buen trabajo que hacemos. En el caso de estas multinacionales, la carne la demandan sobre todo para hacer potitos infantiles”, explica Cuervo.

El bienestar animales es una preocupación constante de la empresa, pero la finalidad esencial no deja de ser prestar servicio a los ganaderos y comercializadores de carne. “En Asturias tenemos la ventaja de contar con un mercado sustentando por ganaderos con explotaciones relativamente pequeñas, lo que favorece la calidad. Ciertamente hay mucha diferencia entre el producto de ‘casa’ y las macrogranjas de animales”, apunta Manuel del Busto, sin querer profundizar más en la polémica derivada de la reciente vinculación que el ministro (de Consumo) Alberto Garzón ha planteado entre contaminación y este tipo de instalaciones.

El matadero que palpita en Mieres

Manuel del Busto fue quien puso en marcha hace 30 años el actual macelo ubicado en Sueros. Actualmente está jubilado, pero es quien mejor conoce el desarrollo de la iniciativa empresarial. “La modernización del matadero es evidente en los últimos años y las cifras lo atestiguan”. En la instalación trabajan hoy 35 personas. “La mayoría es personal está con nosotros desde 1992 y casi la totalidad reside en el municipio”, indica el promotor, que destaca el arraigo territorial de la plantilla en un sector con una alta penetración de mano de obra inmigrante. “El empleo fijo y la estabilidad familiar siempre es un valor añadido para el territorio y para la fortaleza del tejido económico”.

La andadura del matadero de Mieres resulta interesante por sí misma al margen de que se haya convertido en el principal referente regional dentro de la actividad. El Matadero de Mieres tuvo inicialmente gestión municipal. Durante los años 80 generó muchos problemas, con dificultades económicas y frecuentes quejas ecologistas. En 1992 cerró el macelo de Oviedo debido a la expansión de la ciudad hacia los terrenos que ahora ocupa el centro comercial de Los Prados. Se empezó a buscar una ubicación alternativa y, cuando ya sonaba con fuerza La Manjoya, el Ayuntamiento de Mieres maniobró con habilidad. “Me llamó el por entonces alcalde, Gustavo Losa, y me comentó que para qué necesitábamos construir un equipamiento nuevo si en Mieres había uno ya funcionando”. Al final, la gestión salió a subasta y la concesionaria firmó hasta 2042.

La veterinaria Rosa Menéndez.

El matadero de Mieres comenzó en 1992 su nueva etapa casi desde cero. De hecho, la ruptura entre la original y problemática instalación municipal abierta en 1984 y el actual proyecto privado generó una discontinuidad que hace un par de años amenazó con desencadenar el cierre del macelo. Y es que el matadero ha estado funcionando de forma anómala durante casi cuarenta años. Finalmente, hace ahora un año la Junta de Gobierno local aprobó la licencia del equipamiento.

La piezas en canal. F. R.

Regulación

El procedimiento de regulación del matadero se abordó a raíz de una denuncia presentada por el propietario del Matadero Central de Asturias. El Consistorio mierense confirmó a principios de 2019 el inicio de un procedimiento administrativo de regularización. Por su parte, los propietarios del equipamiento pudieron documentar que tenían en regla el resto de permisos necesarios para desarrollar su actividad. Explicaron que la concesión de la licencia de actividad en ningún caso podía ser una carencia achacable a la empresa. “Nos limitamos a coger, en 1992, la concesión de una instalación pública que ya estaba funcionando. A partir de ese momento, hemos cumplido con todos los requisitos solicitados por el Ayuntamiento y por eso al final todo se ha podido resolver satisfactoriamente”, explica Rubén del Busto.

Trabajadores del complejo empaquetando piezas de carne. F. R.

El avance tecnológico que ha experimentado el matadero sobre todo en los últimos diez años ha sido notable: “Se puede decir que somos una de las instalaciones más modernas de Europa. Todo está informatizado, desde que entra el animal en la instalación hasta la entrega de la carne para el reparto”, subraya Álvaro Cuervo. La inversión más importante se produjo en 2005, con un desembolso de 1,8 millones para la construcción de una moderna y amplia sala de despiece que ha permitido al macelo dar un salto de competitividad. Recientemente ha entrado en servicio una nueva línea de sacrificio de vacuno. “No hay nada más moderno en el país”, destaca Cuervo.

Los responsables del equipamiento también acreditan los controles de calidad a la que la carne se somete. El matadero de Mieres tiene asignados a tres veterinarios con carácter permanente. Trabajan en un laboratorio integrado en la propia instalación: “Son funcionarios, dependientes de la administración regional, por lo que su autonomía e imparcialidad está garantizada”, explica Rubén del Busto.

Cobertura

El resultado de este esfuerzo empresarial se ha traducido en un funcionamiento eficaz que permite que la carne de una ternera asturiana que un domingo está pastando en el monte pueda comercializarse el miércoles siguiente por la mañana en una carnicería, por ejemplo, de Mallorca. “Normalmente sacrificamos tres días por semana, siendo los lunes por lo general el día de mayor actividad”, apunta Rubén del Busto. “Una vaca que entre en el matadero el lunes a primera hora sale el martes por la mañana totalmente despiezada y lista para la comercialización. Servimos a operadores que llevan el producto hasta Madrid, Almería o Mallorca”, puntualiza el responsable de calidad de la empresa.

El matadero de Mieres cuenta con varios reconocimientos internacionales, como las ISO 14001 y 9001 de calidad medioambiental. Los mayoristas acuden a Sueros y la carne se distribuye por carnicerías y grandes superficies comerciales de todo el país. Con todo, Manuel del Busto mantiene un punto crítico. “La carne asturiana tiene gran valor y comercialmente no se aprovecha todo su potencial”. En el macelo de Mieres la competencia es máxima.

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