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Las Cuencas que funcionan

Agua de Cuevas, la empresa que brotó del manantial allerano

La planta asturiana ha cuadriplicado su producción desde 2010 y ya pone en el mercado 50.000 millones de botellas al año

Genaro Fernández, encargado de la planta, en la fábrica de Agua de Cuevas. A. Velasco

En 1993, un grupo de amigos de Felechosa que tenían un terreno en la localidad de Cuevas, decidió lanzarse a emprender. El agua que bebían y que salía de las montañas del puerto de San Isidro les había convencido, y solicitaron su declaración como agua mineral natural. Un año más tarde, nacía la planta de agua de Cuevas, una compañía que a día de hoy se ha convertido en una referencia, y que produce 44 millones de litros al año. Casi 30 años después, y bajo la tutela del grupo gallego Hijos de Rivera, Agua de Cuevas se ha convertido en la fuente que mitiga la sed de buena parte del norte de España.

Los inicios de la compañía no fueron fáciles. Aquellos amigos alleranos que habían montado la fábrica tenían la mayor de las voluntades, pero eran ajenos al negocio del agua. Eso les pasó factura, y apenas un año después de la apertura de la planta, en 1994, tuvieron que echar el cierre. Lo recuerda así Genaro Fernández, hoy responsable de la planta de Cuevas, Lleva en la misma desde que abriera. Después de aquellos comienzos dubitativos, entraba para gestionar el centro el grupo Capsa, que mantuvo la planta hasta 2007, cuando otro gran conglomerado empresarial, Hijos de Rivera –cuyo producto más icónico es la cerveza Estrella Galicia–, lanzó una operación para entrar en el accionariado de la empresa. Tres años más tarde, en 2010, se hacía con el control total de la planta. Y desde entonces, Agua de Cuencas no ha hecho más que crecer.

El proceso de etiquetado de las botellas. A. Velasco

La llegada de Hijos de Rivera ha generado no sólo inversiones, sino también estabilidad en las operaciones y en el empleo y todo ello multiplicando por más de tres la cifra de negocio del manantial, pasando de 14 millones de litros en 2010, año en que se adquirió el manantial, a cerrar el 2021 con más de 44 millones de litros. Actualmente, explica Genaro Fernández, "somos una veintena de trabajadores en la planta, pero próximamente incorporaremos a algún trabajador más debido a la ampliación que estamos llevando a cabo". Y es que el crecimiento de la empresa de aguas allerana les ha llevado a que la nave ubicada en Cuevas se les haya quedado pequeña, por lo que han puesto en marcha una inversión de tres millones de euros para ampliar y modernizar la planta. "Tenemos un ambicioso plan de inversiones que se están acometiendo de aquí a los próximos 3 años de más de 3 millones de euros y que engloba un nuevo almacén , una nueva etiquetadora y una nueva línea para nuevos formatos", explican desde Hijos de Rivera.

La panta de Agua de Cuevas, en Aller. A. Velasco

Una nueva línea que llegará en unos meses y que se unirá a las ya existentes en la planta allerana, que embotella el agua de un manantial que tiene a escasos metros. "Tenemos dos captaciones en la montaña", explica Genaro Fernández, mientras señala hacia al monte. El agua se traslada a través de tuberías a los siete depósitos que hay instalados en el exterior de la nave: seis de ellos de 50.000 litros y uno de 65.000 litros. Ahí arranca el proceso de producción del agua de Cuevas.

De los depósitos, el agua pasa a un proceso de filtrado, que explica el propio responsable de la planta: "Es un proceso para eliminar impurezas del agua, que pueda venir alguna pequeña piedra o sedimento, porque al agua no se le añade nada", subraya. Este proceso de filtrado, que se lleva a cabo en la llamada "sala blanca", en la que se extreman al máximo las medidas de higiene y seguridad para evitar riesgos de contaminación.

Andrés Fernández almacena uno de los palés de botellas de agua. A. Velasco

Una vez superada esta fase, y en la misma sala, el agua pasa a una misma máquina que es la encargada de soplar y dar forma a las botellas, llenarlas y taparlas. "Es una de las ventajas, porque reduces al mínimo cualquier riesgo de contaminación", explica Fernández. La botella, cuya forma inicial o preforma es un pequeño tubo de plástico –cien por cien reciclado–, que entra en un circuito en el que se sopla –se calienta, se enfría y se vuelve a calentar– y entra en un molde en función del formato que se esté produciendo en ese momento. Una vez la botella sale, empieza el proceso de llenado y posteriormente la misma máquina coloca el tapón.

Leticia Linares, responsable de calidad, en el laboratorio. A. Velasco

De ahí, el Agua de Cuevas ya embotellada pasa a las máquinas de etiquetado, codificado y empaquetado, donde se reparte en dos líneas. "Todas las botellas tienen que ir codificadas con el lote y la fecha de caducidad por si hubiese algún problema", explica el responsable de la planta. Una vez codificados, los envases se dividen en dos líneas: una para el empaquetado en film y la otra para el empaquetado en caja. Y cuando termina este proceso, las propias máquinas van colocando los paquetes en palés para su almacenamiento. Y ahí, los propios operarios de la planta los van almacenando en cada lugar en función de los formatos de la botellas: 33 centilitros, medio litro, un litro y litro y medio.

La máquina de codificado de las botellas de Agua de Cuevas. A. Velasco

El trabajo en la planta de Cuevas es constante en verano. "Durante estos meses estamos a tres turnos, los siete días de la semana", explica Genaro Fernández, que destaca que al menos cuatro veces a la semana, la planta hace una parada para la desinfección y limpieza de todo el circuito. En el invierno, cuando se reduce algo la producción, la fábrica está operativa de lunes a viernes, aprovechando el fin de semana para desinfecciones.

Agua de Cuevas produce al año unos 50.000 millones de botellas de agua en sus diferentes formatos. "La máquina puede producir unas 15.000 botellas cada hora y teniendo en cuenta las paradas, al día sacamos unas 300.000 botellas de agua", apunta el responsable de la planta allerana.

Sostenibilidad

Otro de los puntos más importantes de la fábrica allerana es una pequeña sala ubicada en la primera planta de la nave: el laboratorio. Allí se llevan a cabo todos los controles de seguridad. El personal de la etiquetadora, cada dos horas –lo que supone una mayor frecuencia de lo que exige la ley–, recoge una botella de muestra para analizar. Y en el laboratorio, los expertos comprueban que la calidad de la agua es la máxima y que todo está correcto. "Incluso los inspectores se sorprenden cuando ven los controles tan exhaustivos que hacemos", destacan desde la planta.

Uno de los moldes en los que se soplan las botellas. A. Velasco

Agua de Cuevas también ha mostrado su compromiso con la sostenibilidad y la lucha contra el cambio climático. Y es que desde el año pasado, la empresa perteneciente a la Corporación Hijos de Rivera comenzó a fabricar todas sus botellas con plástico 100% reciclado (rPET). De esta forma, la empresa allerana ha logrado una reducción del 72% en la huella de carbono procedente del proceso de fabricación de estos envases. Este proceso comenzó ya en 2020, cuando Agua de Cuevas comenzó a producir su botella de 1,5 litros, la más vendida, en un envase de material 100% reciclado, algo que ahora ha llevado un paso más allá con la extensión de esta política al resto de botellas.

La empresa se ha volcado en este ámbito, ya que no solamente las políticas sostenibles se circunscriben a las propias botellas. "Para embalajes secundarios tenemos 97% de las cajas de cartón hechas de material 100% reciclado y también usamos 50% de material reciclado en los films encogibles. Y tenemos el compromiso de alcanzar Residuo Cero en la planta antes de finales del año 2024", apuntaron desde Hijos de Rivera, que explicando que "desde principios del año 2020 la planta de Cuevas es ya Carbono Neutral".

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